domingo, 20 de noviembre de 2011

AL TRASTE. Capítulo III: No quedan oídos para escuchar los sueños

  Así que era un corazón. Con todos los latidos perdidos o robados, pero un corazón. Me encontraba allí de pie, no muy lejos de aquel tenderete del que me habían echado y con un corazón con forma de regla en las manos...

   Me da por pensar que si el Principito volviese a aterrizar en este mundo no tendría a nadie que lo escuchara, no tendría a nadie con quien sentarse sediento ante un desierto y deducir que el desierto es hermoso por eso mismo, por esconder tan bien esa agua que tanto ansiaban. No tendría a nadie porque, hoy en día, no quedan oídos para escuchar los sueños... o estamos sordos, o los sueños ya no hacen ruido...

   Vuelvo a mirar mis manos y, angustiado, cojo la regla y empiezo a afilar uno de sus aplanados extremos. No tardo en afilar uno de sus lados, parecía más dura de lo que en realidad era. Levanto aquella regla ahora con aspecto de flecha para verla a contraluz. Allí estaba él. El Sol, ¿y si mi flecha fuese su corazón?... sé con certeza que la Luna es su alma, pero ¿y si la Luna se fue a llorar estrellas a un lugar oscuro por que se dio cuenta de que el Sol no tenía corazón? ¿Y si yo fuese quien ha tenido su corazón durante todo este tiempo escondido por entre mis bolsillos? ¿Y si esa fuese la razón por la que la Luna enamora y el Sol solo da motivos para secarnos el sudor? Me niego a creerlo. Me niego a creer que algo sin corazón pueda hacer, de la persecución de su alma, algo eterno. Porque cada día que amanece es eso lo que ocurre, es un astro tras el rastro que al anochecer dejó su alma, es alguien que lucha eternamente y cuya pasión ilumina nuestros pasos. Es por eso que sentimos, porque nos ilumina un gran corazón, nos calienta el alma, nos hace crecer, nos da vida y fuerza para aguantarla, nos da luz. Y su alma... su alma y sus lágrimas nos dan la noche.

  Si no es del Sol... ahora sí, pensé con lucidez, ya iba siendo hora. Me tomé el pulso y ahí estaba... la ausencia de pulso le daba la razón a mi lucidez. Ese corazón es mío y lo llevo en el bolsillo... pero...  ¿Qué hacías tú con él?... Ahora entiendo porque dejaste que te lo robara. Solo estaba haciendo justicia. Ahora entiendo porque al dárselo a aquel tendero me quedé parado, sin decir nada y solo observando su reacción, no fue porque quisiera mantenerme en silencio, es que no tenía otra opción. No pude moverme sin mi corazón.

   Arreglaré todo este asunto. Puse el lado afilado contra mi pecho y empecé a apretar contra él. No hay sangre. No hay dolor. No hay latidos ni persecución de ávidos pensamientos atormentando mi interior con más “y si...”. No hay miedo. Sólo un poco más... Al estar cerca de mi interior empieza a llenarse mi cabeza de recuerdos: Un beso del color de las amapolas, una racha de viento que provocó que te empujara, unos pies descalzos sobre la arena de playa... lluevo... empiezo a llover en este mundo. Ya queda menos, ya está casi en su sitio. Ahora me ahogan emociones en vez de recuerdos: Un barco y una tripulación, allí están todas mis emociones, salen a saludarme con una jarra de ron y una canción de piratas, una bandera con una calavera a media asta y un vaivén sobre el azucarado mar de mis pestañas... subo y me elevo, veo aquel mar cada vez más abajo. Me alejo y me alejo hasta que veo mis ojos, ese es mi mar, luego parpadeo y finalmente los cierro. Entonces dejo de elevarme, vuelvo al vaivén de brindis de ron y entono una canción de piratas:

Yo-ho-ho-hooo
piratas y sus espadas a estribor
piratas y sus cañones a babor
yo-ho-ho-hooo
el negro en nuestra voz
y el rojo en nuestro corazón
yo-ho-ho
...
   Pierdo el aliento, la fuerza y finalmente el conocimiento. Al rato, me levanto. Abro los ojos. No hay herida en mi pecho. Hay pulso. Lo primero que hago con mi corazón en el pecho es sentir al Mundo... y hablando de mundos... anoche soñé con tu sonrisa y saqué una conclusión: “Es imposible, como puede ser que seas la chica que más cerca veo del Sol y al mismo tiempo seas la chica menos rubia que conozco”...

3 comentarios:

  1. y eso que siempre te gustaron las rubias...!

    "la vida pirata es la vida mejor", ya lo sabia Luffy desde antes de gatear :)

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  2. Ya que hablas de sueños, si me lo permites, hoy seré yo quien hable:
    Construí un castillo, un bonito castillo, mas ya sabes dónde... en el aire. Me arrepentí mientras caía de haberlo construido, hoy en cambio, solo me arrepiento de haberme arrepentido. Si lo construí en el viento fue porque solo podía estar allí, muy lejos del suelo, a una cuarta del cielo, a dos alas de ti.
    Que nadie me diga que solo fue un sueño, que todo fue nada, que nadie lo diga, desgraciadamente... ya estoy enterada. Si alguien lo menciona, asentiré por fuera, pero en mis adentros le contestaré que hay huellas de sueños no menos reales que las de unos pies...

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  3. También son huellas no menos reales que las de unos pies o unas alas las que dejas con tus comentarios... gracias!

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