sábado, 3 de diciembre de 2011

AL TRASTE. CAPÍTULO V: SERÁS ALAS

   Y al asomarme te vi a ti, te vi en cuclillas, con las manos rodeando tus piernas y tu ondulado y oscuro pelo cubriendo tu espalda. No me habías visto aún, así que me retiré, luego volví a asomarme para, otra vez, volver a esconderme tras el muro. No sabía que pensar ni que decir y ni mucho menos qué hacer. Hubiese sido mucho más fácil si no hubieses aparecido al otro lado desnuda... aunque pensándolo bien, era algo normal, lancé mi corazón también desnudo...

   Decidí rápido, más rápido de lo que escribo estas palabras. Decidí ser lo más caballeroso posible, utilizar un recurso que sólo los caballeros de las altas esferas de la nobleza del romanticismo usaron ya: el carraspeo:

   - Ejem, ejem... voy a acercarme, pero no se preocupe señorita, iré con los ojos cerrados – Advertí.

   Con la mano tapándome los ojos y con la otra apartando espectros, me acerqué con mil tropiezos hasta donde había visto que estabas. Seguí andando hasta que escuché tu suave voz enmarcar en una sonrisa las siguientes palabras: “Estoy aquí”. Me acerqué a ti y luego me quité el abrigo con los ojos aún cerrados. Te lo di y te dije que te lo pusieras. Cuando lo hiciste me retiraste la mano de la cara y me susurraste que ya podía mirar. 

   Aún de cuclillas. Me agaché y te miré, miento, más bien me agaché y te admiré. Sonreías, tu piel oscura y tersa aparentaba ser más suave que el mismísimo aire que respiraba, tus ojos castaños a veces y oscuros, muy oscuros, tan oscuros que hasta el azabache se me antojaba claro a su lado, me miraban. Tus pómulos alzados por la magia de tu sonrisa. Créeme que si en ese hoyuelo que me mostraste se pudiese vivir, no me importaría mudarme allí. Ingenuidad, inocencia y magia transmitías al viento, y el viento me lo susurraba al oído acompañado de una amenaza de muerte si algún día tu rostro encontraba a mi olvido. Entendí entonces que el amanecer no es necesariamente ver salir el Sol por el este, también puede ser, ver salir tu mirada buscando la mía. Que ya lo he dicho muchas veces: esta mierda de teclado no tiene letras para describirte, que le faltan palabras a mi lengua o a ti te sobran sonrisas. Cómo puede ser que te conociera desde hace un rato y ya haya soñado contigo tres veces. Cómo puede ser tan difícil mirarte, es casi tan difícil como contar todas las estrellas del cielo... ¿será que escondes en tus ojos preso, al firmamento?

   Te hubiese dicho lo preciosa que eres si no me hubieses puesto tu dedo índice sobre mis labios y me hubieses hecho callar. Creo que no necesitabas palabra alguna, antes de ser quien eras, fuiste mi corazón, así que supongo que ya lo sabías todo. Luego me dijiste:

   - No debiste arrebatarme de tu pecho, ahora tú no sientes y yo no pienso. Además, pronto me pasará como al manzano que brotó del hueso de tu manzana, me secaré y moriré... al igual que ocurrió con aquella nube que nos mojó... me disiparé. Al igual que el libro y el boli que cogiste. El libro se llenará de palabras y el boli se vaciará de tinta. Luego, ambos... desaparecerán. – Tu voz embriagaba y tus palabras entristecían.
Seguiste diciendo:

   - Antes de que eso pase, antes de que me marchite cruzaré este muro y te devolveré lo que es tuyo, al hacerlo ocurrirá lo inevitable, nuestra esencia se mezclará, a partir de ese momento vivirás una eterna infancia, no pensarás ni sentirás por separado, a partir de entonces todo se mezclará; podrás hundirte en la más oscura confusión o volar sobre las más altas nubes de tus sueños. A partir de ahora no tendrás alas... tú serás las alas... volarás y harás volar.

   Esas fueron las últimas palabras de mi corazón, entonces se levantó, dejó caer mi abrigo y cruzó aquel muro. Sólo hacía un segundo que había desaparecido y su cuerpo desnudo aún parecía permanecer allí, delante de este bobo boquiabierto de, ahora si... pulso acelerado.

3 comentarios:

  1. No entiendo por qué unas palabras tan bonitas pueden provocar en mí una tristeza tan grande como la que siento ahora, no logro entenderlo... pero supongo que es solo una señal inequívoca de que ahora sí debo desaparecer de aquí.
    Espero que tus palabras nunca se agoten y sigan ahí para hacer soñar a los que lo olvidaron, como hicieron conmigo.
    Un abrazo de tu anónim@ :)

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  2. Siento tener que leer que desparecerás de aquí y siento saber que mis agradecimientos no serán leídos si ya cumpliste tu palabra...

    De todas formas: Gracias por tus comentarios.

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  3. Me alegra saber que sigues entrenando y dandolo todo! :)


    PD. esta entrada es de mis favoritas. No dejes de escribir

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