miércoles, 22 de febrero de 2012

HOY

   Más vale que comience por la calle:
   Hoy en la calle convivían cabizbajos, pensativos y abstraídos; reinaba el frío y la luz de las farolas competía inútilmente otra vez, con la luz del firmamento. Si hubiese aliviado mi paso me habría cruzado con un hombre que iba al trabajo, me hubiese saludado animosamente y me hubiese comentado el último robo de dignidad que tuvo que soportar. Hace ya demasiados años que a ese hombre el trabajo le dejó de dignificar para empezar a utilizar.
   En casa la tele escupía una avalancha de universitarios apaleados frente a la fachada de un edificio institucional.
   Hoy en mi escritorio, al igual que ayer, un folio vacío y hueco. Pavoneando su blanco ante la impasividad de mi boli.
   Me aferro a él, como si de ello dependiese mi vida, hoy no va a haber quien ignore lo que escriba. ¡Tú! tú me vacías, me haces lerdo, me consumes, me confundes... Escribiste tu nombre por dentro de mi venda y ahora tengo que prescindir de ella. Que si, ¡joder!, que me parece genial que pasees tus ráfagas de cristal por cada cachito de suelo por el que piso. No te reprocho el que te deslices sobre curvas infinitas pintadas con empeño. En serio, no quiero que me malinterpretes, tienes todo el derecho a sonreír bajo el cielo – aunque dudo que tu sonrisa sea de esta parte del mundo-. Sería injusto que mis palabras te hicieran retroceder, que hicieran palidecer el brillo de tus ojos, que erizaran tu piel o que callaran tus verdades. Sería injusto que lo que quiero decirte hiciera de “ti” un “te acuerdas de...”. Es pensar en ello y... ¡por todos los poetas que han muerto con un poema sin decir!: Por favor, nunca te alejes de mí, ni te acerques, a no ser que tengas algo que sentir.
   Y una pregunta: Te llevaste mi sombrero. Ya, lo sé, no es una pregunta, pero es que joder, es evidente: yo me quemo con el Sol cada vez que te veo y a ti, por mucho que te lluevan mis palabras, ni te mojas ni se te encrespa el pelo. No hay duda... te llevaste mi sombrero.
   ¡Ahn!, y otra cosa, ¿puedo pedirte algo? Como no te darás por aludida y sé que aunque así fuese, no dirías que no a algo que no sabes aún de que se trata... ahí va: Voy a dejarme crecer la honestidad, ¿Me guardas las tijeras?
Sigo:
   Para no tropezar con falsedades, he de admitir que parte de la culpa la tengo yo, por tener ojos con los que mirar y aire que respirar. Mi corazón ya me escarmentó por sentir, así que le robé los sentidos y los guardé en una cajita de acero que até a más de ocho mil ciento noventa y dos globos con helio y la solté... y al verte por primera vez, me dije: “Ni ella ni sus ojos podrían encontrarlos.”  Quien me iba a decir que esas odiosas mariposas de papel que entre pestañeo y pestañeo te entretuviste en hacer, iban a ser capaces de traerme esa maldita caja. Bueno... ha pasado un tiempo desde entonces, ahora lo reconozco: fui yo quien escondió y enmudeció a base de sarcasmos a cada una de tus mariposas, pero no ha servido de nada, son unas cabronas... hoy aprendieron a silbar...

2 comentarios:

  1. http://www.youtube.com/watch?v=8UVNT4wvIGY

    letra en la descripción del video :)

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  2. Aunque tarde... Gracias por tu comentario!!, el video está genial. Un abrazo "Anónim@"

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