sábado, 11 de febrero de 2012

RECONOZCO QUE PIERDO

   Reconozco que perdí, que perdí al anhelo entre las cicatrices de tu pelo.
   Reconozco que abandoné, abandoné la forma de bailar sobre tus comisuras.

   Volcaste mi vaso de agua medio lleno o medio vacío, mojaste la mesa donde guardaba todos mis recuerdos, cada palabra que ya había escrito está ahora borrosa. Con la misma forma que está ahora mi sombra: borrosa y huidiza... Quiere marcharse y perderse por algún camino que no huela a sangre. Tuve que prometerle días más brillantes y noches más dormidas para que no se fuese, y en cuanto ella dormía y yo enmudecía silencios, la amarré a mí con un grillete forjado a base de puntos suspensivos... 

   Me paro y pienso:
   Conjugo en pasado, pero no es de él de quien hablo. Le pego más de dos mil bocados a la incertidumbre, hago dudar incluso a la certeza de quien quiere leerme y sí me entiende. ¿Por qué todo tan abstracto? ¿Por qué tantos trazos blancos y negros si al final siempre sale gris? Porque de otro modo dolería aún más, tal vez esa sea la respuesta. Evitar el dolor, como el ciego que evita la caída con su bastón. Tal vez mi bastón sean enrevesados acertijos lingüísticos y mis obstáculos sean mis latidos. ¿La caída? la caída sería dejarte entrar en mi vida. 

   Dejo mi ensimismamiento y sigo con el sienso:
   Anoche soñé con correas de barniz que cubrían tu cuerpo, te protegían y te hacían brillar, pero con el tiempo, agrietaban tu piel y tus huesos... justo como hacen mis mentiras.

   Cuando despierto de mi insomnio siempre pego un sorbo de ilusión, desperezo a mi ingenuidad y bostezo en honor a la honestidad de quienes la tengan. En honor a...
En honor a la primera vez que te vi... paseo mi vista por el firmamento
En honor al viento que mece tu pelo... suspiro
En honor al camino que alfombra tus pasos... acaricio
En honor al brillo de tus ojos... ilumino mis sueños y los cuelgo del cielo
En honor a la primera vez que te vi... paseo mi vista por el firmamento.

   Hoy reconozco que perdí, que perdí palabras, que perdí mi aliento, que perdí verdades y que perdí mi esencia por volver a tatuar un folio en honor a tu puta indiferencia.

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