Hazme el otoño:
haz que parezca gris y triste
y hazme temblar.
Tírame las palabras
como caen las hojas secas y livianas.
Se mi viento, mece mis antojos
adórnalos con brisas
o llévalos donde nadie los vea
Se mi revolución,
mi imperio, mi dios
mi puta, mi consejera
y mi delirio
Llévame por tu camino
piérdeme andando
no me detengas, no me frenes,
quítame las vendas, las alas y la ropa, y después comámonos
las ganas.
No hay leña, así que echemos nuestros sueños a la
hoguera
que prendan, que sean así como los consumamos.
Cógeme de la mano y hazme daño
Dime mentiras y hazme sentir la verdad
Vete y déjame solo.
Vete lejos, donde no pueda encontrarte,
donde no salga el Sol,
donde la noche sólo sea leyenda
y mueras a diario.
Vete donde quieras, y quiere.
Vete pero vuelve.
Vuelve en otoño:
que tenga yo la certeza de que los comienzos sólo
están hechos para dos,
y que sin ti...
todo es extraño
y que sin ti...
es otoño hasta el verano
Sólo me sale decir algo bonito.
ResponderEliminarEs precioso, la creación de todos los principios.
La libertad de ir y volver, sin ni siquiera abrir la puerta.
Pero sobretodo esta parte:
Se mi revolución,
mi imperio, mi dios
mi puta, mi consejera
y mi delirio
Alguna vez me hice de ella.
Besos
Ahí que ver lo que animan, después de tanto, un par de comentarios rondando por el blog. Se te agradece Imilce (y mucho).
ResponderEliminarEspero que sigamos cruzando palabras, allí, donde nacen las tuyas, aquí, donde lo hacen las mías o allá fuera, donde lo hacen las del viento.
Un abrazo!!
Claro :)
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