sábado, 14 de julio de 2012

IMAGINACIÓN: RUIDO, MÚSICA O LATIDOS




Hacer un mundo,
vivir en él: ver que no hiciste, sentir lo que hiciste.
 Y después destruirlo.

Hacer un mundo nuevo
vivir en él: sentir lo creado y ansiar lo que falta.
Y después destruirlo

  Pero un día te levantas como los anteriores, dispuesto a crear un mundo: moldeas y tallas tus creaciones, teniendo en cuenta los motivos que te movieron a destruirlas y la motivación que te llevó a crearlas.
   Ese día, antes de vivir en él, tiñes la sangre de tu creación del color de la libertad: Les brindas emociones, instintos, experiencias, conciencias, motivación y sobre todo... imaginación. Entras en él y vives conforme a lo creado, y ahora sí, a diferencia de los anteriores, lo que no hiciste se hace desde dentro. Ves crecer tu mundo, dilatarse y contraerse, como el pulso de un gran y enorme “todo” con forma de corazón, ves quien usa la imaginación para hacer crecer algo como crece un bosque:

Despacio,
pero inmerso en un continuo sin nada que envidiar al infinito.
Como un bosque,
excepto en una sola cosa:
el bosque de la imaginación hace ruido al crecer:
Ruido a oídos de quien no quiere escucharlo,
música a oídos de quienes ansiaban aquello que nadie creó
y latidos para quien utilizó su imaginación.

   Cada una de las creaciones se hace a la vez su propio creador, y en el creador de otras. Así el otoño crea colores, el rio crea cuencas y el hombre dolor. Todo ceñido a una sola norma: Somos uno. Somos todo. No hay nada que se escape, porque la nada y el vacío también forman parte de este todo: Lo complementa, le dan sentido.

¡Pero ay el hombre!
 capaz de lo mejor e incapaz de demostrarlo...
 capaz de lo peor y empeñado en mostrarlo...
El hombre, que llegó el último
y nunca pasará el testigo.

¡Ay el hombre!
Devorador de tantas libertades
El hombre: el único animal enjaulado.
sus barrotes los hizo él mismo.
Su miedo: el exterior
Su pena: su interior
Su destino: la extinción,
pero no cualquiera...
extinción exenta de perdón, ni leyenda, ni sin-dolor
Porque creyó no ser uno
creyeron ser dos y luego casi infinitos.
Infinitos hombres sintiéndose tan finitos en un mundo realmente infinito
Infinitas partes sintiéndose parte de un mundo que nunca estuvo dividido


   Después de ver todo esto y de tener la certeza de que la destrucción, ya no requiere la necesidad de tu intervención, te vas. Tan lejos donde un millón de rezos, súplicas o perdón sólo sean una brisa en el olvido de un Dios.



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