martes, 3 de julio de 2012

QUE EL PUNTO SEA REDONDO Y EL FINAL AMARGO




Mi habitación sólo habla de ti.

Bitácora de fallecimientos emocionales estas palabras mías.
Epílogos tras epílogos sin llegar a encontrar nunca el punto y final – que el punto sea redondo y el final amargo, es lo único que pido –

Tan empeñada estás en llevar la contraria,
que deseas empezar con un adiós – a terceras personas –
y terminar con un hola – a quintas personas –
o eran sextas...
yo ya perdí la cuenta de quienes pasaban por el umbral de tu puerta.
La dejaste abierta y con olor a dios-sabe-que dentro,
quién no iba a jugarse los labios probando suertes...

Déjame beber de tu sed,
déjame ser rueda que aplaste los guijarros de tu camino y lleve tu carga.
Contigo...
Déjame ser la sombra alargada de tu ciprés
Déjame ser contigo.

Aquí dentro hace frío
es tarde y hace tanto frío que parece que estuvieras mintiendo ahora mismo.

La diferencia entre tus palabras y las mias, 
es que las mías siempre salen ardiendo.
Y las tuyas, que si fueran cerillas, serían de aquellas de fósforo intacto,
siempre salen perdiendo. 
Tú y yo sabemos que a veces la basura es inflamable y las mentiras... ignífugas.

¿Te has parado a pensar que esta Luna y este Sol son exactamente los mismos de siempre? Lincoln miró exactamente esta Luna y fue iluminado por este mismo Sol, al igual que Galileo, Sócrates, Dalí, Chaplin... y tantos personajes más... Desde los indios de las tierras del fuego, los pensadores griegos, los bárbaros godos, los persas... hasta los judíos de los campos de concentración, los negros esclavos del sur de los estados unidos, los soldados de la frontera militar de Corea, los tibetanos desplazados, los mongoles nómadas casi extintos, los mineros asturianos y científicos de yo no sé qué acelerador de partículas. Todos, fueron iluminados por este Sol y todos vieron esta Luna.
Aun así, si hablaran, si pudieran decirme que hacer, si con todo lo que han visto y toda esa sabiduría pudieran verbalizar un consejo... créeme que no sabrían señalar el camino que he de tomar para llegar hasta a ti.
Porque no se trata de conocimiento, sino de emoción, el día que nuestra estrella y nuestro satélite entiendan de emoción tanto y tan poco como nosotros, dejarán de ser meros espectadores. Las vueltas y las galaxias les sabrán a poco. Preferirán la emoción de un final cercano, de una muerte y de un riesgo alterado por algún pellizco de amor, ira, tristeza o melancolía. Preferirán ser mortales.

Perdona la interrupción de mis reflexiones.
Poesía: Vieja ramera...
como ya dije una vez:
si me oyeras escribir,
me harías precio amigo,
o me denunciarías por plagio y maltrato.
Quién sabe...

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