Mi habitación sólo habla
de ti.
Bitácora de fallecimientos
emocionales estas palabras mías.
Epílogos tras epílogos
sin llegar a encontrar nunca el punto y final – que el punto sea redondo y el
final amargo, es lo único que pido –
Tan empeñada estás en
llevar la contraria,
que deseas empezar con un
adiós – a terceras personas –
y terminar con un hola –
a quintas personas –
o eran sextas...
yo ya perdí la cuenta de
quienes pasaban por el umbral de tu puerta.
La dejaste abierta y con
olor a dios-sabe-que dentro,
quién no iba a jugarse
los labios probando suertes...
Déjame beber de tu sed,
déjame ser rueda que aplaste
los guijarros de tu camino y lleve tu carga.
Contigo...
Déjame ser la sombra
alargada de tu ciprés
Déjame ser contigo.
Aquí dentro hace frío
es tarde y hace tanto
frío que parece que estuvieras mintiendo ahora mismo.
La diferencia entre tus palabras y las mias,
La diferencia entre tus palabras y las mias,
es que las mías siempre salen ardiendo.
Y las tuyas, que si fueran cerillas, serían de aquellas de fósforo intacto,
siempre salen perdiendo.
Tú y yo sabemos que a veces la basura es inflamable y las mentiras... ignífugas.
Y las tuyas, que si fueran cerillas, serían de aquellas de fósforo intacto,
siempre salen perdiendo.
Tú y yo sabemos que a veces la basura es inflamable y las mentiras... ignífugas.
¿Te has parado a pensar
que esta Luna y este Sol son exactamente los mismos de siempre? Lincoln miró
exactamente esta Luna y fue iluminado por este mismo Sol, al igual que Galileo,
Sócrates, Dalí, Chaplin... y tantos personajes más... Desde los indios de las
tierras del fuego, los pensadores griegos, los bárbaros godos, los persas...
hasta los judíos de los campos de concentración, los negros esclavos del sur de
los estados unidos, los soldados de la frontera militar de Corea, los tibetanos
desplazados, los mongoles nómadas casi extintos, los mineros asturianos y
científicos de yo no sé qué acelerador de partículas. Todos, fueron iluminados
por este Sol y todos vieron esta Luna.
Aun así, si hablaran, si
pudieran decirme que hacer, si con todo lo que han visto y toda esa sabiduría pudieran
verbalizar un consejo... créeme que no sabrían señalar el camino que he de
tomar para llegar hasta a ti.
Porque no se trata de
conocimiento, sino de emoción, el día que nuestra estrella y nuestro satélite
entiendan de emoción tanto y tan poco como nosotros, dejarán de ser meros
espectadores. Las vueltas y las galaxias les sabrán a poco. Preferirán la
emoción de un final cercano, de una muerte y de un riesgo alterado por algún
pellizco de amor, ira, tristeza o melancolía. Preferirán ser mortales.
Perdona la interrupción
de mis reflexiones.
Poesía: Vieja ramera...
como ya dije una vez:
si me oyeras escribir,
me harías precio amigo,
o me denunciarías por
plagio y maltrato.
Quién sabe...
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