jueves, 26 de julio de 2012

¿TE ACUERDAS?



            - Dormiremos abrazados, ¿vale? – Evidentemente estabas borracha, “¿abrazados?, ¿en serio?, ¿tú y yo?”.
            - Vale

   Te cambiaste la ropa y te pusiste algo demasiado corto como para llamarlo pijama y me invitaste a entrar en la cama. No sabía qué hacer, supuestamente yo no debía de estar descalzándome sentado en tu cama, no debí haber tomado la última, ni la penúltima. Ahora estaría lo suficientemente sobrio como para irme y actuar de forma cabal, “pero no... tenía que seguir bebiendo, ¡bah!, que sea lo que dios quiera”, pensé.

            - ¿Vas a dormir con eso? – Dijiste señalando mi pantalón corto – Vamos que puedes hacer lo que quieras, lo digo para que estés más cómodo – Te diste la vuelta y te quedaste tumbada en el borde la cama. En el borde de mis alas. 

   Me quité el pantalón sin recordar que llevaba debajo, “por favor, que sean decentes” y tuve suerte, creo que fue el único golpe de suerte de la noche: recordar que aquel día iba de estreno de boxes, ¿tan altas habías puesto yo las expectativas?, si lo hice, había dado de lleno. 

   Me metí en la cama y al principio no sabía  que hacer, vi tu espalda, y su suavidad me miró a los ojos y me retó a acariciarla. Pero creo que me faltaron dos copas más para hacer tal cosa. Así que me quedé mirando al techo, esperando un indicio o... algo, un milagro, o al menos un rayo que fulminara mi vergüenza. Pero no ocurrió nada, pasaron sólo dos minutos, que se me hicieron dos vidas, y no dos vidas cualesquiera, no... dos vidas sin sexo. “Menudo timo”
  
            - ¿No decías que dormiríamos abrazados? – Le dije en un tono guasón.
            - ¿Acaso piensas dormirte ya? – Me respondiste. “Hasta borracha me dejabas tirado con tus comentarios, touchè”.
            - Y si dormimos abrazados, ¿qué haremos mientras estemos despiertos? – Aún estabas de espaldas, deslizando tus curvas por mis pupilas.

   Entonces te diste la vuelta, dejando tu nariz a un palmo de la mía. Claro que mi nariz es tan grande que medio mundo está a un palmo de ella, no era tan meritorio. Aún así, nunca un palmo me pareció tan desafiante. Era un palmo que parecía como una lluvia de verano, estás bajo un balcón a casi cuarenta grados y ahí al lado está lloviendo, justo ahí... en tus labios.

            - Haremos todo lo que tú estés dispuesto a olvidar mañana – Me dijiste despacio mientras me pasabas el dedo índice por los labios. 

   Si no me hubiese rozado, juzgaría esas palabras como... injustas, y tal vez... no, seguro que no me hubiese ido, pero no me gustaba escucharlas, no de ti. Aún así te lo habría hecho entender, pero estabas borracha y yo simplemente estaba, con-tigo. 

   Te besé, pero no apartaste el dedo y nuestro primer beso tuvo un dedo índice como ocupa.
            - Espera, tú lo olvidarás, pero si yo algún día lo olvido, por favor, recuérdame lo que pase aquí y ahora.
            - Lo haremos inolvidable
            - Pero entonces tú como lo... – Lo callé, a ti no, al lío que estabas empezando a hacer y a tus palabras, que en ese momento eran más dulces en formato beso.

   Después saqué mis manos, hasta entonces presas y las paseé por tus caderas. Lo que quiera que deba sentir un pequeño hilo de agua al encontrarse y unirse a un río cargado de cascadas, era lo que sentí yo allí, en tan sólo un beso. 

   Nuestras manos corrieron, como si buscaran cubrir toda nuestra piel. Nosotros, que éramos imperfectos hicimos de nuestro paseo por el cuerpo del otro, algo perfecto. Hicimos el amor porque era la única forma de hacerlo todo sin necesitar nada. Hicimos el amor...y si tuviese que escribirlo las veces suficientes como para creérmelo me faltaría papel y paciencia. 

    No haré con mis palabras, más obvia, la evidencia de que con ellas no llego ni a medio describir lo que sentí aquella noche. Así que no diré nada más. Dejaré que la magia nunca quede encerrada entre acentos, tinta y papel. La cárcel de estos márgenes ya da buena fe de lo que ocurrió aquella noche.
     
   Lo que ocurrió fue que hicimos el amor... ¿Te acuerdas? 

2 comentarios:

  1. Cómo no? jeje

    Bromas aparte, me ha gustado tu relato carnal.

    Un beso

    ResponderEliminar
  2. jajaja

    Para relato carnal la foto de tu última entrada. Por ahí parecen dejarse caer las palabras en tropel... a mí al menos se me han caído todas.

    ResponderEliminar