domingo, 16 de diciembre de 2012

HAY UN CAMINO


Respira hondo.
No, aún más hondo, porque donde vamos no hay aire que poder respirar.

Desabróchate el cinturón de seguridad, porque por el camino por el que vamos a ir, no hay cinto que nos sujete, y recuerda, déjate la documentación en casa, allá donde vamos nadie te pedirá nada que no sea tu aliento o tu calma.

Ahora, eso sí, debes de tener en cuenta que allí las sonrisas están prohibidas, que los abrazos están penados con multa, los besos con cárcel... así que vete preparando para morir fusilada, porque donde vamos yo seré el primero en robarte la cama.

¿La calma?

No, la cama.

Yo me iré poniendo el cascabel, que un juguete que no hace ruiditos es como un otoño sin recuerdos. Después voy a contar hasta tres, luego leeré la última frase de cada libro que te falte por leer y entonces, sólo entonces, se iluminará una estrella en mi cielo...

¿En tu cielo?, y eso, ¿por dónde se supone que queda?

No sé, seguramente esté perdido entre tu pelo, pero qué más da, si vamos a tener noche para buscarlo. Verás como lo encontramos, lo prometo por cada bostezo que den tus años cuando les prometa regalarles mi vida.
Deja que continúe: La estrella nos dirá por donde ir, que sitios debemos pisar y cuales no.

¿Y los sueños?

A los sueños hay que vestirlos antes de meterlos en la maleta que sino pasan frío, se ponen a temblar y luego confundimos el frío con miedo y no hay quien los entienda.

Una cosa más, ¿Qué hay que hacer para encontrarte a ti?

Muy fácil, solo tienes que coger el primer vuelo que salga a cualquier parte, llegar allí, perder media docena de autobuses, salir a la calle, tropezarte tantas veces como veces hayas confiado en alguien. Cansarte, pero seguir andando. Amar a cada uno que se cruce por tu acera, hacerlo sin reparo y amar como lo hacen las costuras rotas: con la certeza de que acabarán aún más abiertas y descosidas, pero sin miedo. Luego créete estar a la altura de la palabra, escribe, baila sobre el papel y sobre el mundo, y estate atenta al suelo y al cielo a la vez, nadie sabe dónde encontrar una aventura con la que abrocharse la vida y llenarse los bolsillos. Haz todo eso y hazlo con la rapidez con la que el mundo gira y en armonía con el viento que sólo expira. Ráscate la testarudez de encima, los celos y las mentiras, que siempre pican más de la cuenta; y a pesar de que lo veas todo en blanco y negro, cuéntale al que te pregunte lo bonitos que son los colores. Escribe poesía acerca de ellos y publícalo en internet... repítelo muchas veces y seguro que te creen. Si la mayoría lo hacen y sólo algunos saben que no los ves, entonces... allí estaré, entre esos pocos. No sé si me encontrarás, pero al menos eso fue lo que yo hice para llegar a estar, hoy, donde quiera que esté.

2 comentarios:

  1. Definitivamente y sin lugar a dudas, éste es de mis favoritos! :)

    Recuerda no permitir que deje de sonar ese cascabel

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