sábado, 23 de noviembre de 2013

SIN AVISAR

Por si nos fusila el tiempo
y no nos vuelve a regalar ni un calendario más
Por si el silencio nos atrapa
y nos invita a bailar su último vals.

Por si ocurre sin avisar,
antes
me paré a pensar:

A medida que va pasando el día, la soledad va siendo más barata.
Antes de que llegue la madrugada empiezo a verla como una ganga.
Pocos son los días que no la compro.
Aún menos las veces en las que me fían. Casi nunca llevo tiempo encima, y allí, la moneda o el billete son sólo una mentira.

Es un mercado extraño, donde todo ocurre sin avisar:
El invierno llega en verano,
los autobuses van marcha atrás,
las canciones suenan en silencio
y los cantautores son millonarios.

Es un mercado donde se comercia por la inercia de ir perdiendo el tiempo.
Se recrean espectáculos funestos,
se fabrican cabezas huecas de todos los tamaños,
los gestos se venden en casi cada puesto,
las máscaras están a la orden del día
y para los más temerosos regalan unos paréntesis,
se colocan a ambos lados de su vida y no dejan salir ni un solo latido
<> Pone en la letra pequeña.

Hay una entrada al mercado por cada día que tú no estás
y siempre hay alguien tocando el piano, empieza sin avisar y si tarareas la nota que está por tocar, se detiene antes de hacerlo y toca cualquier instrumento que no te esperes.
Sin avisar (Es su lema)

Sólo hay mujeres si no te paras a pensar
Si te paras a pensar, obviarás el “sólo”

El suelo está hecho con manillas de relojes y el techo es de cristal
Fuera siempre llueve, y siempre lo hace sin avisar.
Llevan siglos vendiendo ilusiones:
Al sabio le venden recuerdos,
al inteligente, herramientas
al necio, dinero
al pobre, vida
al muerto, tiempo
al enamorado, paisajes
al cobarde, heridas…

Algunas de esas cosas son gratuitas
¡¿Quién no se las agenciaría?!

Se nutren de pensamientos, venden motivos para que hagas lo que tengas que hacer, y luego pienses sobre lo que hiciste. Y así, siempre ganan.

Allí la gente no habla, sólo canta canciones sin avisar.
La eternidad se deja tocar en cada esquina
y la ansiedad da charlas sobre prevención social.
“Tú, primero; tú, sé tú mismo; tú, sonríe; tú, vive” Repite en cada mitin.

Sólo puedes entrar si estás perdido
y perdido he de estar, porque no te encuentro,
y si, ya busqué dentro de mi ombligo,
siempre es el primer sitio donde miro.

Te busqué sin mirar,
y no logré verte.
Quise preguntar a cualquiera de los que había allí dentro
Pero seguro que al puesto al que fuera
me respondían, en parte, con su lema:

“Se fue, se fue sin avisar”
Me dirían.

viernes, 8 de noviembre de 2013

CARCOMA

2:20 a.m
He sido pacto entre almohada y escenario.

La inspiración siempre llega tarde
y nunca llama dos veces.

Es de altura de lo que hablamos cuando nos miramos
Desde ahí arriba, hasta la sensibilidad de sus cabezas huecas
parece despierta.
Tejen telarañas los jubilados sobre el cajón de sus caprichos.
Es tarde ya y no hay sitio al que ir a llorar.
He pensado que al único al que merece la pena sobornar es al tiempo.
2:26 a.m.
He sido carcoma y he devorado tu estribillo.

Estoy triste por la palabra,
sigue perdiéndonos en una batalla inútil, histórica y obsoleta.
No se da cuenta de que quien la quiere como bandera,
no la quiere como viento;
quien la quiera como viento,
olvida su faceta de nota musical,
y quien baila con ella,
deja a un lado los sentimientos.
Es sólo una en cada uno,
cuando en realidad es todo, pero en ninguno. Incluso en el consciente,
en quien lo acepta.
Sólo en el muerto vive la verdad.

2:33 a.m.
Recuerdo el miedo a la oscuridad.
Antes reclamaba una luz donde ahora reclamo una piel.
Donde habitaba el miedo ahora vive el deseo.

Y la inspiración sin acercarse a mi habitación

Huele a todas las ausencias, incluida la mía.
Quien fuera blanco para ser mirado como los poetas lo miran.
Con esa ansia que está prohibida en misa. Ese deleite que sólo el río podría dibujar en su particular lienzo de ruido y vida.

Las heridas y las huidas,
útiles únicamente para quien nos cuida.
Las calles tristes porque ya no las sacas a pasear,
ni le cuentas aquellos cuentos de pisadas ligeras, lentas y despiadadas.

2:43 a.m.
Me despisté tirando unos minutos en twitter,
donde los poetas de pulgares se rompen la cara
por lanzar más alta su bengala. Sin ningún S.O.S.
pero con cientos de simulacros y alarmas.

Alguien toca a la puerta…
y yo con este sueño entre los dedos. 

lunes, 28 de octubre de 2013

"ENTRE-COMILLADO"

Nos hemos hecho.

“9 Crimes” abofetea el silencio de la habitación de las recientes atrasadas dos de la mañana. En bucle.
Escribir, sin necesidad, ni obligación, ni apetencia… escribir como el borracho que va al baño, se mete los dedos hasta la garganta, e intentar vomitar para sentirse mejor.
Tus eses me hicieron zozobrar anoche, me hicieron cuerdo y enamoraron sin querer mi cuello de la primera soga que se cruce en mi camino, y así, buscando un camino en el que buscarla, sonó el móvil. Eras tú al otro lado.

O era el otro lado en ti.

Pero conjuguemos en presente. De costuras rotas y esperanzas demasiado inteligentes como para engañarlas con otra. Créeme.
Tristes me miran mis ojos, no pueden quejarse de lo que ven, pero sí que lloran cada uno de los rincones en los que no te pueden ver.
No estoy roto ni deshecho, no soy esa clase de cantautor triste. No soy un desdichado ni tengo el corazón tan maltrecho como para dedicar mi vida a armarlo. Sólo soy un puzle (si existen puzles de una pieza) y no tengo lágrimas con las que recrear este cuento. No soy de ese tipo de tipos. Sólo es, que soy contigo.

Contigo soy finito.

Y a la mierda lo infinito. Lo eterno puede esperar en la estación más triste y gris que le dé más rabia. No habrá más trenes, cada vez que vengas retrasaremos las horas, el reloj, el tiempo, los latidos y lo que haga falta para que nunca llegues.

Nunca llegas.

Esta vida sólo tiene cárteles de salida y salida de emergencia, ninguno de bienvenida.
No hay ningún “buenos días” en la recámara. Siempre estuviste aquí metida y mañana cuando nos levantemos haremos lo de todos los días: armarnos de valor, vestirnos de mentira, lavarnos los sueños de la cara y salir ahí fuera a hacerle el amor al asfalto; y llamar locos a los que hablen de bosques o montañas.

En este particular parchís que han creado para que tú y yo no tengamos tiempo de mirarnos a los ojos y ver verdades en ellos, nos han prohibido los “te echo de menos” porque “menos” es sinónimo de crisis pesimistamente aceptada; y prohibidos los “te amo de más” por ser una medida que atenta contra la austeridad. Aquí sólo comen fichas otros, y tus dados y los míos tienen un cartel de “se alquila” donde debería de haber un 5.

- Perdone, ¿ha visto a su libertad?
- Me dijo que iría a ganarse la vida
- ¿Sabe dónde?
- No sé, supongo que en alguna esquina.

sábado, 7 de septiembre de 2013

TENGO, DEL VERBO SER


Tengo una canción que no sale de mi cabeza
y un barco que sólo zarpa a islas desiertas
Tengo una habitación llena de epitafios
y un corazón que a veces bombea ausencia

Tengo una ventana abierta
llena de cosas que no son mías.
y una puerta cerrada
que sabe de mis heridas

Mi cama está plagada de dolores de cabeza
y mi almohada se ha ido a comprar al chino
un libro de autoayuda y unos ansiolíticos
por si no vuelvo
solo

Tengo adelantado mi reloj unas siete primaveras
y un avispero ha crecido dentro de mi ordenador.
No me quita el sueño,
porque tengo voz, palabras, silencio y lo que me queda del amor
por si nos estalla una guerra
y se nos mueren la paz y las fronteras.  

Bajo las costuras de los bolsillos
donde las manos no alcanzarían
tengo guardada media docena de recuerdos
contigo en casi todos
sin ti en la mayoría

Sobre el armario tengo una maleta vacía
y llena de viajes.
Dentro hay más de seis pares de calzado enterrados en sus cartones
los doce con la misma manía de reducirlo todo a dos direcciones:
camino de ida hasta la salida
camino de vuelta de tus pecas

Tengo tres tangos,
una rumba sin colores,
un blues tocado por blancos
y un rap sin respeto
escondidos en algún rincón de la habitación

También cuelga del techo más de una caricia,
en un jarrón hay un manojo de prisas
y bajo la alfombra alguien ha escondido todos nuestros polvos,
juro no haber sido yo.

Tengo vecinos:
La razón y la fe,
ya saben ellos que me mudé a estos tres puntos suspensivos

Tengo pocas ganas de reír
lágrimas con claustrofobia
viento en las comisuras
y una armónica tristona

Tengo pocas ganas de escribir
y las ganas que tengo son de decir
que tenga lo que tenga
has de saber que tú, me tienes a mí


incluidas mis cadenas.  

sábado, 24 de agosto de 2013

MIR-ARTE


Sin marcos que nos encierren, ni adornos que nos distraigan
sin ni una flecha clavada por ningún ángel con síndrome de abstinencia,
sin hacer caso de los gritos ni ser víctima de las modas,
sin parecerlo, ni serlo.
Estamos solos, siempre solos.

Novatos en la astucia de doblar las esquinas sin recordar heridas,
mediocres disimulando eso de que no sabíamos dónde se escondía la salida
- de emergencia -
paralela a la desmedida que suponía no poder desayunar tus curvas
para contarle al hambre cuentos de princesas.
Con la única certeza de saber que siempre vivió un guión dormilón
en los ojos de quien fuera a mir-arte.
Y suponiendo que el esfuerzo consistía en caminar solos, siempre solos.

Más que titulados en anestesiar la noche
dejarla en punto y coma y seguir bebiéndonosla,
expertos en desaires y aspavientos
decidimos montar nuestra propia nave
y hacer un viaje sin billetes, ni marineros, ni patrón.
A cien por hora y el teclado, bajo tu falda, fingiendo ser viento.
Sin movimiento y solos, siempre solos.

Jinetes de más de mil grados galopando por nuestras venas.
Pasando estaciones enteras bajo el lento devenir de nuestros parpadeos.
Balanceándonos en un segundero cada vez más obstinado,
cayendo en la cuenta de restar
estr-ellas a la noche
y de sumarle velocidad al viaje.
Recitando poesía marcha atrás, con el final siempre en el sabor de nuestros dedos.
Haciéndolo en voz baja, no muy alta, siempre a la altura de tu cintura.
Pero siempre solos.

Solos
Solos todos
Como marionetas de algodón con hilos sin madeja.
Como un gato sin noche
Como una esquela sin nombre
Como un camino sin Roma
Como un candado sin París
Solos
Como volver a casa sin ti

y escribir

domingo, 4 de agosto de 2013

SE HIZO CONDENA TENER QUE ESCRIBIR ESTE POEMA




Que sea sin miramientos
hagámoslo a quemarropa,
y por una vez hagámoslo literal

Que este mundo se arrepienta de girar en torno a otra estrella que no sean tus ojos. Que tengan que pesar más de un quintal los alzacuellos que nos espíen.

Convirtamos a la madrugada en nuestra cena
hagámoslo lento
y paremos el tiempo
sólo cuando estemos ebrios

Sintámonos como dos alas del mismo estrépito
quitémosle cuerda al bolsillo y ahorquemos con ella a nuestros sentidos
desojemos orgasmos que siempre acaben en un si
sostenido
hasta el infinito de tus gemidos

Sin lugar para las dudas
olvidémonos de la cama
buceemos entre nuestros buenos sueños
que si nos ven
tomen nota

Atemos suspiros y conspiremos contra todo aquello que nos une.
Cómplices del entusiasmo, abramos abrazos cada vez que el calor se mude a nuestras manos.

Tendámosle una trampa al pecado
y hagamos que se sonroje

Nada de baladas,
la música la hacemos a gritos
los preliminares los colgamos por ilícitos
a cada segundo un altar
a cada altar media sonrisa robada,
a cada sonrisa una razón para escribir baladas
haz las cuentas.

Apaguemos la luz y demos la bienvenida
a las sombras de tus curvas,
echemos de menos a los colores
y desboquemos al verano haciendo que vuelvan a salir las flores

Y recuerda nuestro pacto:

No paramos hasta que las sábanas supliquen ¡poesía!

domingo, 28 de julio de 2013

ENTRE LECCIÓN Y LECCIÓN

Por qué será que cada vez que me pierdo me termina encontrando mi particular realidad. Cojea al ritmo de una canción de blues. Siempre con una mano vacía y en la otra un puño. Cerrado.

Luego siempre suena el móvil. Intento explicarte que no se trata de ti, sólo es que no soy feliz. Aún  no aprendí a hacerlo y entre lección y lección entretengo al público escribiendo en este intento de blog.

Será que escribo poco
hablo lo justo
y pienso demasiado

Será que la madera de mi lápiz
procede de un sauce llorón
al que talaron cuando una brizna de aire
le hacía el amor

Será este calor,
que cierro los ojos
y me pregunto si eres tú
o esta mierda de estación


Será que no me olvido de eso de que siempre empiezo a escribir en Si menor, será mi lacra, o será la Luna que aún sigue recordándome mi deuda por verte desnuda. No sé qué será…


…pero hoy no me siento mejor. 

lunes, 15 de julio de 2013

IMAGINA


   Al otro lado del espigón la luz de las primeras llamas se tragaba la oscuridad de la noche. A estas alturas la flota del señor de la isla de Beëila estaría contraatacando las más de dos docenas de galeras que se acercaban por la costa occidental. Seguramente ya hubiesen empezado a defenderse catapultando barriles de brea y flechas envueltas en fuego desde lo alto del adarve del castillo.

    La luz y el sonido del crepitar de las llamas le hacían suponer al contramaestre que más de un palo mayor estaría ardiendo, jarcias incluidas. Sólo esperaba que los capitanes al mando hubiesen sido lo suficientemente inteligentes como para plegar las velas y sacar los remos al acercarse a la costa. Aún no se escuchaba el choque del acero, y eso era una buena señal, significaba que la batalla aún no se había llevado a tierra firme, y que todavía estaban a tiempo de sorprender a la guarnición del castillo por su retaguardia.

   - ¡Señor, Marina está anclada, esperamos órdenes! – Quién informaba era Taburete, un soldado en el que se podía confiar, estaba al mando del resto de los suyos y todo el mundo lo llamaba así porque se decía de él que fue capaz de dejar fuera de combate a dos hombres armados de acero, con la pata de un taburete. Desde entonces, llevaba la corta pata atada al cinto, mostrándola, para que a nadie se le olvidara lo diestro que podía llegar a ser.

   - Ordena sacad los botes y remos, cargadlos con candiles y armas, y dejad a seis hombres a bordo – A pesar de que necesitaría todos los hombres posibles, el contramaestre no podía permitirse abandonar la salvaguarda que suponía su bergantín.

   Bajaron en los botes al agua. Tras los afilados espigones que circundaban esa cara de la isla reposaba la paz que faltaba al otro lado. El cielo estrellado y sin luna se reflejaba en las aguas, ahora más tranquilas. Se podía escuchar en la lejanía una melodía hecha con girones de viento, y el ruido del fuego y gritos angustiados de hombres empujados a la batalla, como contrapunto.

   Los hombres remaban en seis botes dispuestos en una hilera de dos, encabezados por los gobernados por el contramaestre y Taburete. Poco a poco iban adentrándose entre un mar de  rocas salientes que dibujaban un, cada vez más hermético laberinto de pizarras y corrientes de agua. Detrás dejaban a Marina y seis hombres a bordo. Las velas del bergantín, la mayoría recogidas, estaban tintadas de un azul marino que, si difícilmente se veía desde la perspectiva de los hombres que se alejaban, menos aún se verían desde un punto más alto, pues se confundían con el agua. El barco y los hombres perfectos para desenfundar el acero antes de que nadie los viera. Entrar y hacerse con el control de la puerta oeste de la fortaleza, esa era la misión.

   Taburete empezó a contar la historia de aquella melodía que el viento se encargaba de fabricar allá arriba, en las entrañas del castillo:

   - Dicen que los Beëilisianos se encontraron bestias reptiles, tan grandes como caballos, cuando llegaron hace siglos a esta isla – Susurraba con tono amenazador lo suficientemente alto como para que todos pudieran escucharlo, y temerlo – Sus espadas dieron caza a casi todos, a los que no mataron, los domesticaron. A todos excepto a uno, a una mole de escamas tan grande y feroz que arrancaría el mástil de una galera de un solo bocado. – Esbozaba una sonrisa pícara, pues sabía que más de un soldado se removía ya inquieto en su asiento. El pobre Pot, un soldado joven y de noble cuna odiaba tener que lidiar con las historias de Taburete, aún así le reconfortaría tenerlo cerca durante la batalla. Taburete siguió contando: - A esa criatura no consiguieron matarla, pues sus escamas eran tan duras como el diamante, y no había lanza que pudiera atravesarlas. Así que le tendieron una trampa y la capturaron, desde entonces la tienen encerrada bajo los cimientos del castillo, cuyos muros le sirven de cárcel. Allí, adormilada respira creando esa melodía que escucháis, y por eso los mercaderes llaman a esta isla, la isla que canta. – Sonrió burlonamente – Aunque más bien deberían llamarla la isla que respira.

   El contramaestre sabía que toda esa historia era solo habladurías de ancianas y bardos. La melodía que el viento forjaba era producto de un millar de agujeros que tenía la pared este del castillo, laminados en bronce, de tal forma que el viento, al pasar por las oquedades de la piedra componía una particular melodía. Siendo distinta cuando las rachas de viento anunciaban una tormenta. Los antiguos utilizaron esa estrategia para que el pueblo supiera cuan cerca estaba el mal tiempo, pues en ese pequeño rincón del mundo, las tormentas eran frecuentes. Fuera como fuese, los Beëilisianos consideraban el silencio un mal augurio, y él, estaba dispuesto a utilizar eso a su favor.

   El discurrir del agua salada se estrechaba, los seis botes avanzaban ahora entre dos moles de pizarra de varios cientos de metros de altura. Tras las rocas de la derecha dejaban su billete de vuelta, el bergantín; tras las rocas de la izquierda, el campo de batalla, aquello que les daría una vuelta repleto de honores e historias que contar.

   Según las indicaciones del contrabandista al que apresaron, la escalinata por la que podrían acceder a la isla debería de estar muy cerca, así que remaban ojo avizor e intentando ser tan silenciosos como un mal augurio.

   Cuando estaban a punto de encender los candiles, el contramaestre atisbó un saliente a babor y ordenó que detuvieran el avance con el puño en alto. Los soldados mantuvieron los remos en el agua para darle estabilidad a los botes mientras taburete saltaba al pequeño saliente y echaba un vistazo. Desde su perspectiva la escalinata era tan empinada que parecía llegar al mismísimo cielo. Justo como había descrito el contrabandista. “Alguien se acaba de ganar la libertad” Pensó taburete.

   Amarraron los botes y comenzaron a subir. Si había alguien que no sonreía mientras ascendían por la escalinata, ese era Pot, a él le hubiese gustado ser uno de los seis elegidos para quedarse en el barco, allí donde el silencio era una compañía agradable, y no iba de la mano de ningún acero. Aunque si quería ganarse el respeto de los vasallos de su padre cuando volviera al reino, más le valía traer su armadura llena de abolladuras y sangre ajena.

   Fue una ascensión interminable. La superficie estaba húmeda y exigía ser lo más escrupuloso posible a la hora de decidir donde pisar. Escalaban en una hilera de a uno, el contramaestre a la cabeza.
   Cuando consiguieron ascender se encontraron envueltos en un pequeño bosque de pinos soldado. El suelo estaba lleno de hojas de aguja y piñas. La puerta del castillo se alzaba a menos de una legua al oeste, así que se pusieron en marcha.

  Avanzaban silenciosos, por entre los árboles, dejando el camino a su derecha, visible y sin ninguna patrulla que custodiara ese lado de la isla. Cuando atisbaron la pared de sílex y granito del castillo se detuvieron.
   - Esperad – Ordenó el contramaestre – Mirad allí, ¡maldita sea! Acaba de salir una avanzadilla. – Una docena de hombres se dejaba ver, la poca luz de la noche se reflejaba en sus cotas de malla. Un hombre ordenaba al resto a dividirse e inspeccionar los bosques circundantes. “Alguien se ha ido de la lengua” pensó el contramaestre.

   - ¿Atacamos, mi señor? – Preguntó Taburete inquieto.
   Ellos eran más, pero si salían al camino y se dejaban ver, darían la voz de alarma. Mientras pensaba en qué decisión tomar escuchó una orden que hizo que sus miedos se alzaran en armas.
   - ¡Llevad a la bestia con vosotros! – De entre las sombras, aparecieron tres hombres que arrastraban a un lagarto tan grande como un caballo adulto, aunque no llegaba a tener su estatura, sus patas eran fuertes, su cola se movía nerviosa ora arriba ora abajo, y lanzaba dentelladas a los soldados que lo llevaban amarrado del cuello con un listón de acero. Ellos y dos hombres a caballo se dirigían hacia su escondite entre los pinos.
   - Orden, mi señor – susurró Taburete mientras se acercaban - ¡Orden, mi señor! – Gritó taburete cuando los tenían casi encima – Ahí vienen… - dijo ahogado, echándose la mano a la pata de taburete.
  - ¡Responda! – La voz que sonaba era otra, incluso el lugar era otro - ¡Responda señorito Iván! ¿Sabe acaso de que hemos estado hablando durante toda la clase? – Quien le preguntaba era el profesor de filosofía, llevaba un libro en las manos y lo observaba fijamente. De repente se dio cuenta de que todos lo miraban, y de que ya no estaba en la isla de Beëila.
   - Dígame, ¿sabría decir de qué han tratado los últimos cuarenta y cinco minutos?, ¡Oh, claro que no! – Dijo sin dejarle tiempo para responder – Ha vuelto a quedarse pasmado, ensimismado pensando en dios sabe qué.
   Estaba avergonzado, escuchaba a algún compañero aguantarse la risa a sus espaldas, pero no supo que decir, sólo agachó la mirada.
   - ¡Silencio! – Esta vez se dirigió a toda la clase – A ver, Daniel, díganos usted que acabo de explicar.
   Daniel, al otro lado de la clase, se levantó erguido y comenzó a recitar:
   - Hemos estado hablando sobre el concepto de la imaginación y la opinión que tienen al respecto distintos autores.
   - Muy bien, puedes sentarte. – Luego prosiguió con la clase – Para Kant había dos tipos de imaginación…
 
   Iván, avergonzado, volvió a zafarse de la realidad con tan solo una pregunta en su interior, una pregunta que seguro que si la formulaba, ni Daniel, ni el profesor, ni el mismísimo Kant sabrían responderle: “¿Qué habría ocurrido con el contramaestre, Taburete, Pot y el resto de soldados?”

jueves, 11 de julio de 2013

PARA ELLOS









Para los que sonríen en el metro
Para el soldado que duda una orden antes de apretar el gatillo
Para quienes se atreven con una pista de baile vacía
Para los que creen que a este mundo siempre le sentó mejor una nariz de payaso que una corbata
Para los que aún tiemblan con Extremoduro
Para los que después de tantos años trabajando tuvieron que volver a aprender lo que era un curriculum vitae, y aun así, siguen luchando
Para quienes hoy en día, siguen leyendo libros de poesía
Para los que prefieren tres y suspensivos, en lugar de uno y a parte
Para los valientes que lloran a cara descubierta
Para quienes son voluntarios
Para los que prefieren dar una moneda al que pide en la iglesia, fuera, que a los que piden en la iglesia, dentro.
Para los que prefieren salir a manifestarse a favor de la libertad que en contra de la represión.
Para los que aman
Para quienes ansían dejar de dormir en otra cama
Para los que ya no están
Para quienes se dejan la piel trabajando el campo que nos vio crecer
Para los que aún sueñan en la misma dirección en la que sopla el viento
Para quienes aún se dejan mojar cuando llueve
Para quienes adornan los silencios silbando y para quienes regalan silencio escribiendo
Para los que creen en la magia
Para quienes sufren y lo hacen de pie
Para quienes se caen con la única intención de aprender
Para quienes no temen a lo desconocido pero si a aquello que no admite duda
Para quienes besan con los ojos cerrados
Para los que viajan pensando en el camino
Para los que sienten la música
Para quienes escuchan al viento
y para tantos, tantos más…


GRACIAS


(VídeoPoema)

viernes, 28 de junio de 2013

TIRANTES HILOS LOS QUE NOS AHORCAN



Tirantes hilos los que nos ahorcan,
gruesos son los nudos de las corbatas
que nos confiscan bienes y libertades,
de acero parecen estar hechos los libros que no se leen
y de vacías promesas parece estar cargado el tiempo que tus curvas no entretiene


Y es que mi universo cojea
desde que no dejas la ventana de tu habitación abierta,
ni yo puedo volar cual Peter Pan,
desde que decidí que a partir de ya me iba a gustar la cerveza
e íbamos a ir a charlar de bar en bar

Cojea mi universo
y es que le faltan tus dolores de cabeza
tus formas reflejadas en mis espejos,
los despistes que hacían que nos perdiéramos a mitad de camino,
los versos medio escritos
y tus ratitos de silencio… esos con los que sólo con pentagramas se podía conversar

Días nublados,
 mil colores mecidos,
   sueños de pies al mar,
     amores y risas distraídos
        huérfanos de la saciedad,
           rescatados de la pobreza        …sin que nadie los controle
        de arrebatos y sinsabores,
     de cabreos que son reyes
    sin reinos ni realeza.
  Miradas y temblores
como una flecha…

Me he caído
y mis rodillas han probado el suelo,
les he preguntado si hay algo que hayan aprendido
y ambas me hablaron de amor,
de tardanzas y atajos,
me hablaron de hoy
de que ser un ayer o un mañana
es locura de pájaros cuerdos,

como quien se deja impresionar por una corbata.
o sale a pasear creyendo que esos hilos,
tensos,
no le van a ahorcar. 


sábado, 15 de junio de 2013

TE LLAMO

Te llamo, hoy me gustaría
sacarte las cosquillas y hacerles el amor.
Después salir con ellas a emborracharme
a sitios
que nunca ha visto el Sol.
Partirnos la agenda y los tiempos a golpe de infancia.
Decirle que no al primer chino que quiera vendernos una flor
y comprarle el ramo entero al que nos venga hablando de amor.

Que desayunemos un amanecer para uno
pero nos lo comamos los dos.

Dejar de rimar, mirar tus antiguos mensajes de ya-no-me-acuerdo que red social.
Sonreír, palidecer la noche que parecía gris y creerme perdido entre tanto “si”.
Luego quiero encontrarte, te vuelvo a llamar a las tantas y no respondes
te quiero aquí, te quiero llorar, oírte partir
y después
dejarte marchar.

Para que me quiero a mí, si te tengo a ti.

A mí la poesía nunca se me dio bien. Soy más de hacerte llorar, de aprender a consolarte recordándote que siempre hubo heridas más grandes. Como si quisiera calmarte enseñándote los dientes.

Te vuelvo a llamar pero no me lo coges
seguro que tú siempre hacías el amor pendiente del móvil,
prefiriendo los “te quiero” online
y los gemidos, siempre, fuera de cobertura

Me desquicio y cierro el puño. Hoy voy a pegarle al viento hasta que me traiga el cielo que nos prometió. Grito y si no me entiendes, pues ladro. 

Suspiro y pienso: “Hagamos de corazón un puñado de tripas”. Salgo y me lanzo a la primera que me ve, le hablo de lo bonito que encierra en sus ojos, le invito a la copa que yo no me bebo, la saco a la puerta del antro a contar las estrellas que nos deje ver la luz de las farolas. Le hablo de sus labios, de su piel, de lo suave que es y de lo mucho que te echo de menos… la llamo por tu nombre, le digo quien eres, le hablo de lo fácil que es morirse por ti y de lo difícil que es vivir contigo… 
y cuando quiero acordar, ya no está. 
Se fue.

Te vuelvo a llamar. No me lo coges y siento: "hoy antes de dormir, seguro que  la sal me llega a los labios"

Lo he intentado todo y no hay manera
no hay forma de encontrarte… a este paso
empezaré a buscarte.



sábado, 11 de mayo de 2013

ESCRITO



Últimamente no te encuentro,
yo, que creía que las sábanas eran más de esconder orgasmos que secretos.
Andaba tan equivocado como el hielo que cree existir para enfriar el whisky,
cuando es el whisky el que existe para derretirlo a él.

   Ave de presa de la arbitrariedad en la que se mueve tu pelo, así me siento, y escribo al azar, sólo que el dado que uso para jugar, se olvidó de sus caras para dibujar la tuya.

   No merece la pena decir que no a las palabras, que pueden que no me traigan tu estela, pero ¿y la de simulacros de ti que voy a conocer? Eso no me lo quita nadie. Y hablando de quitar, anoche soñé contigo y te llevaste hasta mis ganas de despertar, tuve la sensación de haber besado el suelo, y ya sabes como soy, tengo la fea costumbre de, al caerme, quedarme un rato en el suelo, a veces se aprende más mirando al suelo donde pisamos que dejándonos la vista en el cielo con el que soñamos. Por eso mismo suelo decirme que no debo menospreciar a ningún cabizbajo, ni a ningún iluso. Nadie sabe más de las caídas que quien no sabe por donde pisa.

   Llegado a este punto yo diría que ya te he hecho temblar. Pero lo escribo sin argumento, que por muy alta alcurnia que aquí no haya existido nunca, en cualquier amago de literatura siempre ha habido cabida para las baladronadas, eso lo sabe cualquier hijo de vecino.

   No quiero irme sin hablar de intenciones. La intención de dejar esto escrito, espero y tiene que quedar claro que nunca fue un motivo, no fue un adorno al capricho de un insomnio, ni la búsqueda de tu sonrojo, admiración o desprecio, ni tan siquiera una inspiración, nada más alrededor de la verdad, la intención siempre fue una angustiosa y apasionante necesidad. Nada más, y por supuesto, nada menos. Porque por más no sé a dónde llegaríamos, pero por menos, hasta aquí hemos llegado, que no es poco.

   Si lo que quieres es no aburrirte al leer estas palabras deberías haberlas leído en voz alta, no con tu voz, sino con la de ella. Con ese deje sensual que levantaría en armas a un país sin enemigo alguno, con esos labios que… si hay un lugar en el mundo donde la soberbia le hace el amor a la inocencia, es allí.  Si no la escuchaste nunca, si no sabes de quien te hablo, si crees que para recordarla tienes que hacer un ejercicio de memoria y no de corazón, espera, deja que este mentiroso te diga como encontrarla: Sólo tienes que cerrar los ojos y no volverlos a abrir nunca más, cuando hayas pasado tanto tiempo a oscuras como para creerte ciego, entonces, deja de hablar, esta vez hasta que te creas mudo, luego hazte el sordo hasta que no oigas, no respires hasta que te creas muerto y después, olvida a todos cuantos conociste hasta que te creas solo, empezando por ti. A aquella de la no consigas olvidar, recuérdala. Si no hay nadie, tranquilo, sea quien sea ella para ti, vendrá a rescatarte, y lo hará hasta que tengas más motivos para encontrar que para buscar.

Ya está.

Escrito está.

miércoles, 1 de mayo de 2013

TIEMPO AL QUE DECIR...

Como decirle al soldado de la trinchera que se ha quedado sin tabaco.
Como decirle a un atajo que llegarás tarde porque prefieres el camino largo.
Como convencer a la chica del vestido que vaya al baile sola.
Como decirle al asfalto de una cancha de baloncesto que se acabaron los amigos, que será aparcamientos a partir de mañana.
Como perdonar a tu verdugo antes de que te corte las alas, o como ponerte delante de todas las arras del mundo y decir que la quieres libre.
Como rezar en un mercado, comprar en un hospital o hablar de prohibiciones en una escuela.
Como, quien oyendo llover, consigue escuchar sus secretos pero no tiene a nadie a quien contárselos, o como quien le tiene que explicar al canto de un canario porque lo prefiere cerca y preso antes que libre y lejos.
Como decirle al mar que ya no hay peces que jueguen por entre su sal, o como preguntar por el amor en un burdel.
Como explicarle a un niño la razón de ser de la pena de muerte.
Como levantarte cada día al alba para contarle al Sol lo mucho que brillan las estrellas.
Como ir a Mali a hablar de Smartphones
Como quien se pone el uniforme de gala, las condecoraciones, se sube a un coche oficial y tiene que ir de casa en casa a hablar de guerras, regalando banderas y fabricando viudas.
Como hacerle saber al poeta que será feliz, que empiece a rimar con los colores y se deje de tanto gris.
Como quien asiente al profesor que cree haber encontrado la definición del amor.
Como hacerle saber a quien escribe esto, que tantos “como”, aburrirán al lector
Como quitarle las velas al barco delante del capitán, como arrancar las hojas de un diario personal delante de quien lo escribió, como quien se cree que sale a fumar a la entrada del bar y nunca nadie le ha dicho que esa es la salida, que no volverá a entrar.
Como quien llora por dentro cuando folla, porque sabe que no es a Ella a quien hace gritar.
Como hablarle a unos grilletes de la ramera de la libertad


Sí,
es como esa sensación,
como esa angustia de quien solo encuentra suspiros buscando respirar,
es como todo eso y más lo que siento cuando tengo que decirle a mi tiempo,
que hoy tu compañía, 
no lo adornará.


miércoles, 17 de abril de 2013

DICEN POR AHÍ


   Hay por ahí alguien que se dedica a presumir de haber matado a la poesía. Cuenta que sabe de los secretos que tiene ella guardados entre las piernas, y que ha contado ya todas las estrellas, las ha enumerado, y les ha puesto precio. Las vende en no sé qué mercado de tus labios.

   Cuentan por ahí que la tristeza inspira, y que las ostias fabrican poetas. Que la noche en la que todos duerman y no haya alguien escribiendo, este mundo se irá a la mierda. Si pones atención y entras en los garitos sin pedir permiso, escucharás que últimamente corre el rumor de que esto llega a su fin, de que, ni tus hijos, ni los míos, verán la luz del día. Si les preguntas que cómo lo saben, te hablarán de poesía.

   Hay una librería donde entre cuentos, ensayos y novelas han oído decir que las primaveras son cada vez más cortas, que ya sólo florecen nomeolvides en los jardines del rey; que la hiedra ya no se enrosca bajo ningún balcón, pues no hay novio que corteje, ni chica adolescente en el mundo, que por palabras de amor, se sonroje.

   Si preguntas por el mendigo con galones en la estación de tren, él te contará la historia de que las olas que se vierten sobre las costas de la más que olvidada África, están cansadas de llorar, y ahora, que apenas les queda sal, pretenden inundar el continente. Que dicen que anhelan dar un trago de más, por los que siempre se hizo de menos.

   Dicen que el miedo se ha salido de su escondite, se ha maquillado de decadente, perfumado de narcisismo y ha salido a la calle vestido de espejo. A salido a buscar marido dicen, que él quiere a alguien que se rinda a sus encantos y al tiempo, él quiere a alguien que viva de puntillas y sin querer, le da igual que seas tú o que sean todos los hijos de vecino a la vez, y a sus pies.

   Si pones atención escucharás al asfalto que habla de manifestantes y temblores, de justicia y motores. El asfalto, cada noche, cuando nadie lo pisa, pregunta a la luz de las farolas sobre cuál será el motivo que nos lleva asfaltar tantos caminos, les pregunta qué a donde vamos si siempre nos ve volver. La luz de las  farolas, que siempre han tenido más historias que contar que la luz del Sol, siempre le responde diciéndole que no se preocupe, que lo único que pasa es que, ya sea a oscuras o a encendidas, estamos perdidos.

 Todo lo escrito hasta ahora se escucha por ahí, sólo hace falta oído y latidos para escucharlo decir, y aquí, aquí qué se dice, aquí se habla de verdad y se dice de ella que sólo visita entierros. Que le encantan los finales. Sea cuando sea, si el fin y la verdad tienen que llegar… que nos pillen bien follados.

miércoles, 10 de abril de 2013

ABRIÓ LA BOCA

El bebé abrió la boca, no porque tuviera sed o hambre, ni porque quisiera llamar la atención, simplemente la abrió y después lloró.

   El llanto repentino distrajo la atención de aquel hombre, que al mirar la silleta del bebé perdió la oportunidad de pedirle la cuenta al camarero que pasaba por su lado en ese momento. Salió del restaurante dos minutos más tarde de lo que lo habría hecho si hubiese pedido la cuenta antes. Volvió al trabajo y justo cuando iba a coger el ascensor que lo llevara a su oficina, la puerta se cerró, recordó los últimos análisis médicos y decidió subir por las escaleras, cuando iba por la cuarta planta, el esfuerzo le recordó que tendría que ir al baño, así que antes de sentarse en su despacho pasó por el servicio.
   Allí, sentado, escuchó como entraban dos hombres y empezaban a hablar sobre una fiesta sorpresa, eran dos de sus compañeros, así que puso atención en la fecha y el lugar. Sin quererlo había atropellado la sorpresa de aquella fiesta. Se haría el sorprendido, eso está claro, pero también aprovecharía la ocasión para ir “casualmente” bien vestido.
   Al día siguiente, compró una americana en una de las tiendas de la calle de la Platería. Allí discutió sobre el nombre del color de una de ellas: “Cobalto” decía la dependienta, “Marino” le quiso corregir él… Cuando terminó por escoger una, fue a tomar algo en una cafetería, que además de servir el mejor café de aquel rincón del mundo, también servía de trampolín a escritores noveles, pues allí se mostraban obras descatalogadas de cualquier editorial.  
   Mientras tomaba el café e imaginaba la cara de sorpresa que debería de poner al día siguiente, se fijó en un libro, pues su portada era de color azul marino. Se titulaba: “Un suspiro en un mundo donde no se puede respirar”. Ni tan siquiera hizo el amago de cogerlo, aunque el título no le dejó indiferente.
   Al día siguiente, sus amigos le insistieron en ir a tomar una copa después del trabajo, y él, que al principio se negaba escondiendo una sonrisa, acabó por ceder. Al entrar le esperaban todos sus amigos y una canción de cumpleaños feliz. La cara de asombro ensayada fue perfecta. Para todos excepto para la amiga de una amiga, es decir, una desconocida, cuya afición era el teatro alternativo y las clases de interpretación. A ella no le habría engañado ni el mejor de los ensayos. Así que cuando tuvo oportunidad se acercó a él, se presentó y le dijo:
            - Ya sabías que iban a darte esta fiesta, ¿verdad?, aunque tengo que reconocer que ha sido un lindo espectáculo tu cara de asombro.
   Desconcertado al principio y altanero después, respondió:
            - El lindo espectáculo está aquí, diciéndome lo que sólo para ella ha sido evidente.
            - Sólo sonrieron tus labios, te olvidaste de tus ojos
            - ¿Y ahora?, ¿sonrío de verdad ahora? – Hubo un silencio cómodo en ese momento. Seis momentos después bailaba con ella. 
   Llegado un punto de la noche donde el alcohol lo hacía osado, le susurró con una balada de fondo, el título de aquel libro que leyó:
             - Esta noche has sido para mí, como un suspiro en un mundo donde a veces creo, que ni se puede respirar.

   Creyó que no surtió efecto, pues no reaccionó de ninguna forma, pero entre latido y latido se coló aquel suspiro del que hablaba y casi sin darse cuenta, ella quiso conocerlo.
Una vez, dos, tres y hasta seis años pasaron hasta que ambos se casaron. Pero eso es otra historia con sus propias casualidades cosidas al milímetro.
  
   Sólo me detendré al final. En la curva de aquel suave círculo que describe todo el camino y que a la vez, delimita el punto y continuará de cualquier historia…

   Al final, aquel hombre que estuvo un día en aquel primer bar, abrió la boca, no porque tuviera sed o hambre, ni porque quisiera llamar la atención, simplemente la abrió y después murió.

domingo, 17 de marzo de 2013

EL SILENCIO, UN GESTO DE REVOLUCIÓN


Hoy voy a contaros una historia, no es mi historia, es la de alguien que nació y vivió aquí, en España. Al abrigo de una familia humilde.

Supongamos por un momento que su educación  fue perfecta y desde que empezó en el jardín de infancia hasta que terminó en el instituto aprendió a ser libre, respetar los derechos y libertades de los demás, ser igualitario y a decir no a la discriminación por etnias, sexo, religión, cultura o discapacidad. Aprendió a ser responsable, a trabajar en equipo, y a resolver los conflictos a través de los principios democráticos y la tolerancia. Aprendió un segundo idioma, a respetar a los que le rodean aquí y más allá de estas fronteras, a adquirir hábitos intelectuales que satisficieran sus inquietudes, a hacer deporte y hacer todo, todo eso con tesón, esfuerzo y constancia.

Añadamos también que de su familia, sus amigos, su perro “Whisky”, su primera, segunda y su tercera pareja, ayudaron a complementar muchas de las cosas que le enseñaron en las aulas y le añadieron algo que no cabría en ninguna ley de educación: El amor.

Con todos esos ingredientes no le fue demasiado difícil graduarse en la universidad. A quienes si le costaron un poco más fueron a sus padres, su madre tuvo que buscarse un trabajo y tuvieron que sacrificar vacaciones y caprichos. (Que se lo digan a su único coche, que aún lleva la pegatina de curro en la puerta de atrás)

Luego dos años repletos de cursos, prácticas de empresa, voluntariados y por fin… estaba dispuesto a llamar a la puerta de su primer trabajo. A estas alturas de la historia, supongo que sabrás cual fue la respuesta que encontró. Aunque él era de insisitir e insistió

Se le pasó por la cabeza salir al extranjero, pero pensó que ir a un sitio en una mejor situación en lugar de intentar la situación aquí, sería de cobardes, así que siguió repartiendo curriculums

Después de corroborar que no tenía ni el suficiente dinero como para emprender ninguna idea propia, hizo lo que muy pocos hacen, se sentó, pensó y reflexionó sobre cuál sería la posible solución al panorama que estaba viviendo. Lo primero que hizo fue responder a los que muchos le insistían diciéndole “así es la vida”, con un “No, así la hemos hecho nosotros”. Y le llevó a creerse a sí mismo que si así la habían hecho otros, ellos podrían cambiarla.

Tuvo que sentirse perdido para encontrarse consigo mismo, y no pasó poco tiempo cuando se dio cuenta de que en un mundo donde se gritan mentiras, el silencio no sólo era una gran verdad, sino un gesto de revolución. El silencio como pilar básico de la revolución de los perdidos. Silenciar las mentiras con verdades, silenciar las calles, plagadas del ruido de motores, con ruido de pancartas y gritos de justicia, silenciar la injusticia en el trabajo con huelgas cargados de democracia, silenciar la ignorancia con información, la parcialidad con la imparcialidad, silenciar la desilusión con esperanza y como no, el odio con libertad.
Tal vez el silencio no sea la solución, pero sin silencio no hay quien escuche, y tal vez alguien en otro sitio diga cual sea la solución y el ruido nos impida escucharla. Así que tal vez el silencio no sea la meta, pero sabed que no hay meta sin camino. 

sábado, 9 de marzo de 2013

HAY ACANTILADOS QUE DEBERÍAN DE LLEVAR TU NOMBRE

Solías ir despeinada para ahorrarle trabajo al viento, con la sudadera ancha de algún novio pasajero y una felpa en el pelo. En esos momentos habrías hecho llorar al tiempo por haberte hecho efímera, pero nunca te entretuviste en juegos, solías hacerlo de forma sutil. Sin avisar, cogías las palabras por las tildes…

…y lo mandabas todo bien lejos.

Había inviernos que te veía en manga corta, desafiando a los grados, proponiendo tu piel como campo de combate entre anhelos y pecados. Daría todas las briznas de aire y todos los orgasmos de mentira por volver a verte así vestida. Solo me evitaría estar durante los primeros minutos tras tu despertar, parecía que tus sueños te regalaban infiernos para cuando abrieras los ojos, sólo entonces…

…destrozabas todo cuanto veías.

Si las sábanas hablaran, preguntarían porque lo hiciste siempre encima y nunca bajo su abrigo, y tú le hablarías de prisas, de luces medio encendidas que dejaban ver la piel de quien intentaba poseer lo único que callaba y mataba sin ser sábanas, ni estar afiladas… tus curvas. Esas noches trémulas de estrellas sonrojadas y luceros del alba asomados antes de tiempo, queriendo verte despierta, o tal vez haciéndole el amor a algún poeta. Luego terminabas y dejabas en vilo la sensación de que algo comenzaba, si veías ilusión en los ojos de con quien habías compartido alguna travesura, solías hacer eso de…

...mandarlo a buscar baladas

¿Qué me dices de tus cabreos? Hay más de un acantilado que debería de llevar su nombre, o mejor, pongámosle el nombre de cada uno de tus enojos a cada uno de los botones de tu blusa. Así, los muchachos del barrio no serán lo suficientemente suicidas como para intentar desabrocharlos. Y si de suicidas va la cosa, ya sabrás que el cielo se ha suicidado por enroscarse entre tu piel. Ahora ya tengo una excusa para aprender a volar. De cuando te enfurruñabas se decía que todas las putas y sus esquinas aprovechaban para sonreír, y así evitar que alguien las pudiese comparar con tu sonrisa. A fin de cuentas, te enfurruñabas y al mismo tiempo…

…te olvidabas.

Daría todas mis palabras por no estar cerca de donde estoy, pues estoy bien lejos, y seguiría escribiendo sobre tu sonrisa, pero estoy destrozado; aunque mañana me encantaría verte, creo que estaré entretenido buscándote baladas… duele tanto saber que por mucho que te escriba, de mí, tú ya te olvidaste… 

lunes, 4 de marzo de 2013

VENTANAS ABIERTAS

Recuerdo que le atraían las ventanas abiertas, solía tirarse por ellas. Pero ella ya no está.

A su ausencia respondimos con adicciones, me empecé a dar cuenta cuando aquel yonqui nos llamaba “Hermano” y siempre nos preguntaba por la misma mierda. Debimos saber que no funcionaría cuando ella no echó la vista atrás. Nos debimos de haber dado cuenta antes. La de risas que nos habríamos echado si lo supiera…

Pero ella ya no está.

A las drogas canallas siempre les precedían los nudos de corbata. Era un experto, esta vez consciente, en hacer creer que era un profesional, de los pies a la cartera. Estaba vacía, pero siempre parecía llena. En esta parte del camino siempre nos parábamos a hacerle el amor al desencanto. Fríos decían que acabábamos siendo, aunque aún reservo mis dudas. Ella nos habría ajustado la corbata y bajado la bragueta con tan solo una sonrisa…

Pero ella ya no está.

Viendo que nos hacíamos cómplices de su indiferencia, nos acogíamos a lo que a veces, le despertaba más hambre: al arte. Como artistas, pintábamos, escribíamos en noches de insomnio, parafraseábamos poetas de ultratumba y llevábamos sombrero. Despertamos el interés de algunos pasos con corazón astillado, e incluso nos creímos pasajeros del viento con una vela atada a nuestro sombrero. La de ostias que nos habría dado si nos hubiera visto…

Pero ella ya no está

Creímos olvidar su nombre, nos abrazamos a la desilusión, creamos una parcela donde sólo crecíamos nosotros y un millón de espejos. De candil, el miedo. De compañero, el silencio. Indiferencia como bandera, ¿Cómo lo llaman? ¡Ah, sí!,  pasotismo. ¿Y que recibimos a cambio? Lo mismo, pero más frío.

Asco de ventanas…
Cada vez que veo una abierta, me pregunto:
¿Y si lo que ocurre, es que ella nunca estuvo? 

jueves, 21 de febrero de 2013

VIDEORELATO: "PREFIERO ESTAR SOLO A ESTAR SIN TI"

   Un nuevo videorelato, basado esta vez en un puñado de palabras que escribí hace ya un tiempo. Sobre las  crueldades del ayer, aquí os lo dejo: 


   El relato AQUÍ

jueves, 14 de febrero de 2013

DENTRO DE UNA CHISTERA. CAPÍTULO VI


     - ¡Tio Rodri! – Iván le dio el cálido abrazo que se espera de alguien al que sólo le quedaba esa familia. Notaba a su tío aún más abstraído de como lo recordaba, tenía el pelo más canoso y, como casi todos los que estaban en el campamento, parecía un mendigo con las ropas agujereadas y sucias. A pesar de todo eso no le faltaba nunca la sonrisa despreocupada que le caracterizaba.
- Iván, me alegro de que estés bien, envié a Whisky a buscarte – Dijo señalando a Ron. – y no creí que llegara a encontrarte. Pero mírate, a la trigésimo octava vez, va la vencida, ¿no dicen eso?
    - Pero… Ron, ¿me estabas buscando? – Preguntó desconcertado
    - Si, pero no podía decirte nada, Maese me dijo que no desvelara nada hasta que él no confirmase que eras al que buscaba.- Luego imperó a Rodri que andaba jugando con un par de engranajes – Lo que nunca me dijo es que eras su sobrino, ni tan siquiera que se llamara Rodri.
    - Nada mejor que una guerra y la muerte de todos cuantos conoces para poder cambiar de nombre a tu antojo, además, maese suena más apropiado – Dijo entre risitas sin apartar la vista de los engranajes con los que se entretenía.
   Iván que empezaba a verlo todo más claro, desde la amabilidad de Ron al conocerlo, hasta la coincidencia de que se lo cruzara tan cerca de la casa, terminó por preguntar:
    - ¿Qué más te dijo mi tío de mí? ¿Y por qué yo no estoy afectado por la pulcra?
    - Me convenció de que eras una especie de elegido, y ahora veo que tan solo quería que fuera a rescatar a su querido sobrino… - El ceño de Ron comenzaba a arrugarse a medida que su enfado iba en aumento.
   Maese Rodri sacó al escucharlo una botella de agua medio llena y dijo:
    - Whisky, mira, lo líquido no quita lo transparente – Dio un trago a la botella
    - ¿Qué quiere decir con eso maese?
   Iván aún estaba sorprendido de la amabilidad y el respeto con el que un hombre tan rudo como aparentaba ser Ron, trataba a su tío Rodri, sin contar con eso de llamarlo “Maese”
    - Que sea mi sobrino no quita que sea el único que hayas visto limpio de la pulcra, ¿verdad?  Dejémonos de conversaciones que no nos llevarán a ningún lado, tenemos que prepararnos para cuando llegue Ratón – Miró un reloj de arena diminuto – Si la puntualidad le es tan apropiada como su mote, estará al caer.
  Maese Rodri hizo un gesto para que se sentaran a su lado, y a pesar de parecer reticentes a hacerlo, terminaron por sentarse en el suelo. Luego se dio la vuelta y amontonó cuidadosamente un puñado de tornillos y arandelas que tenía esparcidos a su alrededor. Mientras lo hacía, Iván pudo darse cuenta de que su tío también tenía manchado el antebrazo, él también padecía de la purga. Cuando Maese Rodri se dio cuenta de que miraba su antebrazo le dijo:
    - Yo mismo lo elegí, sabía lo mismo que sabes tú ahora, y aún así decidí permanecer lejos de aquella habitación, sólo fue una malinterpretación de lo que escribió tu abuelo, pero eso es otra historia y ya tenemos a Whisky con los ojos lo suficientemente abiertos como para que encima le sorprendamos con cabos, que por otro lado, aún nadie ha sabido donde atar. – Miró con una sonrisa burlona a Ron, que permanecía impasible, sólo su bigote se movía de vez en cuando, inquieto. – Bien, Iván, te contaré que vamos a hacer ahora, Ratón ya está al tanto de todo lo que te voy a decir, y en cierto modo, será tú guía. – Rodri dio un saltito con el culo y después preguntó ilusionado de sobremanera. – ¿Te importaría si comienzo por el final? – Iván que empezaba a recordar el cómo era su tío, asintió incómodo - ¡Bien! – Luego Maese Rodri se quedo inmóvil, sin articular palabra, completamente en silencio. Ambos oyentes se miraron extrañados y después de unos segundos, Ron, preocupado terminó por preguntarle si estaba bien, Rodri respondió:
    - Claro que estoy bien, sólo empezaba por el final, cuando no haya más que silencio y todos hayamos muerto. – Ahora sí, el impasible Ron se removió incómodo.
    - Tío, ¿podrías saltarte esa parte?
    - Claro, bien, antes de eso alguien sabrá donde atar ciertos cabos que tu abuelo, Iván, se dejó sin explicar. Antes de eso, ese alguien habrá conocido a una orden hacia la que, justo antes, habrá partido para encontrar siguiendo las instrucciones de un ratón al que le falta olfato pero le sobra valor. No sin antes sortear algunos peligros como bostezos de nuestro hogar o un puñado de patas corriendo por dar bocados. – Tío Rodri los miró expectantes, esperando que le aplaudieran. – Os he dejado de piedra, lo sé – Terminó por decir.
   De lo poco que había contado Tío Rodri, lo único a lo que Iván había encontrado algo de similitud con el mundo real era a la orden que mencionó, así que le preguntó a que se refería con ello.
    - La orden, bueno, en realidad no es una orden, al menos no lo es aún, son varias personas que saben de lo ocurrido, saben que provocó la pulcra, la guerra y el odio. Saben que está naciendo a nuestro alrededor y esperaban que esto pasase, algunos incrédulos, otros ciegos por exceso de fe. Sea como sea, son quienes pueden responder al que pasará ahora y porque tú estás limpio. Tal vez, algunos de ellos lo estén también. – Era increíble ver como Rodri era capaz de pasar con tanta rapidez de una conversación coherente a otra totalmente excéntrica.
   Ron, que hasta entonces había permanecido en silencio, terminó por preguntar:
    - ¿A qué se refiere con lo que está naciendo a nuestro alrededor? Hoy en día, poco o nada nace a nuestro alrededor, no hay más que muerte
    - Whisky, estás viviendo el nacimiento de algo sorprendente…
    - ¡Y una mierda! – Le interrumpió Ron - ¡Vaya a contarle sus milongas a las familias que anoche salieron del campamento para enterrar a alguno de los suyos! – Su tono de voz iba creciendo en indignación - ¡¡Dígales que la razón por la que las fosas cada vez tienen que cavarse más profundas es que está naciendo algo sorprendente!! – Ron se levantó y salió de aquel agujero en la roca gruñendo y escupiendo gritos ininteligibles. Rodri no había perdido la sonrisa en ningún momento y a pesar de que lo disimulara muy bien, se podía ver en sus ojos lo afectado que aquellas palabras lo habían dejado.
    - Tío, tengo que preguntarte algo. He leído todo lo que el abuelo dejó escrito y en uno de sus textos llega a la suposición de que todo esto ya ocurrió una vez, de que ya pasamos por esto y cometimos un error, lo enterramos en nuestro pasado y por eso ahora vuelve a ocurrir ¿sabes a que se refería? – Aprovechó que Ron estaba fuera y no estaría escuchando.
    - Supongo que se refería a que le dimos la espalda, a que actuamos por miedo y nos escondimos de aquello que desconocíamos, lo transformamos en leyendas, cuentos para dormir, o para asustar, y en metáforas de cualquier cosa que tuviésemos la impresión de dominar. Eso fue lo que hicimos y lo que ahora debemos de evitar hacer con… - Se escuchó un ruido bajo el suelo y Rodri se dio la vuelta saltando como un resorte. – ¡Ya voy, ya voy! – El ruido, que sonaba como el golpe de unos nudillos contra la madera, se volvió a escuchar. – Rodri apartó el escritorio cojo, arrastró con el pie todos los mecanismos que había amontonados a un lado y dejó ver un tirador. Lo cogió y empujó con fuerza, se abrió una trampilla, y al hacerlo varios diminutos mecanismos rodaron a su interior haciendo gruñir a alguien.
   Bajo la trampilla había unas escaleras que se extendían hasta más abajo. Iván que se había levantado vio como de su interior apareció una joven tosiendo, con el pelo alborotado y unos ojos grandes y curiosos que se clavaron, aún entrecerrados, en él.
    - ¡Listo majadero!, ya he encontrado la salida. – Replicó con una voz chillona y aún entre tosidos. Tenía el pelo corto y moreno, vestía unas ropas de cuero ceñidas a su delgada envergadura y unos guantes recortados. – Pero vosotros seguid a lo vuestro, como si no hubiese entrado nadie de un agujero en el suelo, y tú, cierra la boca o se te acabarán colando tuercas y engranajes. – Se burló de Iván mientras se quitaba uno de los diminutos mecanismos del pelo.
    - Esta es Ratón, será tu guía, y antes de nada… por dónde iba…- Rodri se rascaba la cabeza sin dejar de sonreír tan atontadamente - ¡Ah, sí!... lo que ahora debemos de hacer es evitar actuar como lo hicieron antes, no debemos de temer a lo que escondimos, no debemos temer a la magia – Sonrío más ampliamente.