La revolución de los perdidos ha
llegado hasta tu acera, hasta tu plaza y no se irá de allí hasta convertirse en
marea. La sangre de nuestros derechos ha llegado hasta el mármol de nuestros
suelos, donde quiera que estés, quien quiera que seas, si estás escuchando
estás palabras has de saber que la revolución sin ti es imposible, tú eres sus
alas.
Hemos soportado vacíos tan anchos
como creyeron que era nuestra ignorancia, hemos aguantado vilezas, nos hemos
creído mentiras que no cabrían ni en la más abierta fé, nos hemos cansado
cuando ni tan siquiera hemos empezado. Hemos visto a más de uno y a más de cien
echados de su hogar a golpe de talonario y pocos escrúpulos, hemos escuchado
noticias de suicidios, gritos desesperados y demás aberraciones sin derecho, ni
sentido, ni color… se acabó la época de los minutos de silencio, se acabó el
esperar a que todo esto lo arregle el tiempo. Se acabó el levantar muros y
fronteras entre tú y tu voz, dejemos atrás el tiempo en el que se nos trataba
como el charco donde otros siempre han pisado. Movámonos, volvamos a ser
lluvia, volvamos a ser uno como ya lo fueron los que pisaron esta tierra antes.
Nos toca a nosotros, se nos ha pasado el testigo para que corramos con él y no
nos hemos movido ni un palmo, creo que ni tan siquiera sabemos donde están
nuestros pies… pero hoy tenemos la oportunidad de cambiar eso, tenemos la
oportunidad de aferrar con fuerza nuestro destino y creer que somos uno más, no
uno menos como daban por hecho. Sabed que sólo hay dos lugares donde podemos
llevar nuestra revolución: uno son las calles y el otro… eres tú.
Lo vamos a hacer no por nosotros,
no por nuestra libertad, ni por los que lucharon por nuestra democracia,
nuestro voto, valores y demás principios… lo vamos a hacer por no caer en el
precipicio que sería responder con un “No sé” a la pregunta que seguro nos
harán los que vengan, pues nos preguntarán: “Y tú, abuelo, ¿Por qué no hiciste
nada para intentar cambiar el mundo?”
Hago un llamamiento no sólo a
vosotros y vuestras fuerzas, hago un llamamiento desde el blanco de este papel
al blanco de cualquiera de vuestras pancartas, hago un llamamiento a la poesía,
a la pintura, la música, el teatro, el cine y demás artes para que aviven nuestras
ganas. Hago un llamamiento a los profesionales dedicados a la palabra para que
nos den voz, en televisión, radio o internet, en definitiva, allí donde nuestros
gestos no llegan. Hago un llamamiento al viento, para que se lleve estas
palabras de silencio en silencio, de indiferencia en indiferencia, de costa a
costa, y por donde vaya levante, primero el vello y después a las personas. Por
último te hago un llamamiento a ti, al que estás escuchando, a tu corazón:
prepara tus latidos porque esta es ¡¡tu revolución!!