sábado, 26 de enero de 2019

HOJAS SECAS


Hasta las sombras quieren escapar,
la foto ha salido mal.
David Ruiz


También hay bares al otro lado del muro de las vías del tren
donde mastodontes de la lírica han convertido en un barrizal
al animal más puro.

Nuestro corazón de hojas secas
bombea crujidos que nos van recordando
que allá donde vayamos
siempre será pisando

Bestias del sur salvaje han venido a decirnos:
Somos el desvarío de una ballena blanca,
el soliloquio de un mono parlanchín.
Somos océanos y selvas de vacío
la última copa de un adicto puercoespín:
somos siempre mentira.

Somos expertos en provocar las guerras de los demás,
vestimos con la piel de indígenas, y corazas de coltán.
Somos la vergüenza de un dios adicto a la morfina.
Somos la puta que nos parió,
somos el sofoco del manso,
la mano flácida del testigo.

Nos he visto en los ojos del exiliado,
somos la pesadilla del inmigrante.
Nos he visto en las puertas del antiguo imperio romano
enarbolando principios raquíticos.
Somos la eterna causa perdida,
somos la cura de ninguna herida.

La enfermedad nos presiente suyos
hemos traicionado a nuestros abuelos;
no tenemos sangre en las manos
pero hemos matado.

Hemos parido jaulas y pintado sus barrotes
con nuestras madrugadas más salvajes.
Somos nosotros el ave bañado con sangre ajena
amante del acero, la miseria y los cobardes

Somos.

A veces sueño con aquel día que, al atardecer,
aparcamos la autocaravana en Toraño,
saltamos vallas y corrimos por las vías del tren.
Río abajo buceé buscando lo perdido.
Había una fosa en la rivera ponentina.
Bajo seis metros de escamas y corrientes
el rio latía la oscuridad de los ojos del mendigo;
allí no había nada.

Corazón de hojas secas,
flotan ahogados tus crujidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario