domingo, 13 de mayo de 2012

HERIDA

Mi vacío sólo tiene sentido cuando está contigo.

Rómpete en pedazos
y cuéntate,
pero ten cuidado por donde pisas
que derramé anoche mis regalos
por el suelo de tu habitación
y esta mañana huele a desencuentro.

Caminaba sobre adoquines y elegí,
y estuve pensando en dejar algo claro:
No me juzgues por lo que hago, ni por lo que digo,
pues antes de hacerlo he elegido...
júzgame por lo que hago y por elegir hacerlo.
Júzgame con mi elección.

En este mundo,
antes de que el asfalto tuviera opinión,
solía hacer las cosas a mi manera,
afilaba mis mejillas para no conocer a nadie;
pringaba de desencantos la palma de mis manos
para que nadie las estrechara;
escondía las asperezas del nuevo día
para que no amaneciera;
rendía homenaje a la ignorancia
para que no supiera;
prohibía las letras “co”
para que no sintiera,
y hacía añicos mis verdades
contra la flor y nata de la poesía:
las heridas.

Antes de que vendiera mi imaginación
a la gratuidad de mis palabras,
me arrancara las intimidades y las escondiera
en versos esquinados,
antes de teñirme el gris de mis solapas
con el azul de las nomeolvides...
Había color en la habitación
donde las sonrisas tenían un motivo
y eran conscientes hasta las polillas
y el polvo de debajo de las costuras,
de la complicidad  que nos invadía...
Y ahora todo se ha partido en dos
(en dos, para más sorna),
hasta cuando estoy enfrente
de mi reflejo en el cristal,
creo ser dos:

Uno evitando,
el otro evitando-te

He creído que:
Cuando algo no puedes contarle
a la persona de al lado,
se llama secreto;
Cuando no hay nadie al lado
y gritas lo que no hubieras contado,
se llama herida

Herida que sólo la poesía disfraza,
herida que fluye en la dirección en que sopla el viento
siempre enredada
siempre enfermiza y contagiosa
herida que no termina,
ni sangra, ni cicatriza;
Ni hay piel que la cubra,
ni ceniza que al verla no recapacite
y arda...

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