jueves, 19 de abril de 2012

TRES MENTIRAS


            - Le echaré un poco de miel, seguro y te vendrá bien.
            - Está bien. – Él estaba secándose la cara, había tenido la cabeza bajo el grifo durante un par de minutos. Resopló, solo llevaba el pantalón vaquero e incluso iba descalzo. Se acercó, sin hacer ruido, al lugar donde estaba su camisa: puesta sobre la figura semidesnuda de ella.
            - Nota mental: comprarme las camisas más entalladas – La abrazó, notó que ella sonreía, sonrisa que desafiaba al momento.
            - ¿Más entalladas?, ¿no viste bastante anoche?
            - Era de noche – La besó en el cuello
            - Tú fuiste quien graduó la luz, haber jugado mejor tu baza.
            - Anoche estaba confuso – Le apartó el pelo del otro lado del cuello y siguió diciendo – Creí que era de día, por eso de que hacía tanta calor que parecía que escondieses al Sol bajo las sábanas. – Susurró sus últimas palabras al oído haciéndole cosquillas.
            - Ahnnn, así que era eso lo que estabas buscando cuando me quitaste la ropa de forma tan bestia... pues siento haberte decepcionado, no había ningún astro por ahí.
            - Encontré algo mejor. – Rodeó el cuerpo de ella con su brazo para coger el café que acababa de prepararle. La miró a los ojos con una sonrisa pícara y dijo: - A ti... a ti y al sexo.
   Luego le dio una palmadita en el culo y se sentó en la cama.
   Ella dio un sorbo a su café. Estaba demasiado caliente, así que lo abandonó en la cocina y se fue a la cama. Pensó dar un sorbo antes al tiempo de aquella habitación. Se tumbó detrás de él y sacó a pasear sus dedos por su espalda.
            - ¿Crees que podríamos evitar la parte en que no coges mis llamadas y me ignoras durante unas semanas? – Preguntó ella.
            -  Sabes que eso no pasará. Que no te asuste si te estornudo un “te quiero” antes de irme.
   Los dedos de ella se detuvieron un segundo en su paseo y luego continuaron, bordeando lunares, deteniendo el tiempo... jugando sobre precipicios.
            - ¿Estornudarme un “te quiero”?, al menos mentirías de forma original. Cómo es eso de estornudar las palabras.
            - Si te lo digo, lo confieso o te lo susurro... lo haría queriendo, consciente de ello. Si te lo estornudo, es porque salió tal cual. Nadie miente cuando estornuda – Se detuvo un momento. Él no se dio cuenta, pero su tono de voz tornó más triste y los músculos de su cuello se tensaron. – Además, si te lo estornudo, lo haré por como preparaste el café y por como te sientan mis camisas, hoy en día no hay mujeres con dotes tan peculiares como las tuyas.
   Ella le dio una palmadita en la espalda, su sarcasmo tuvo su castigo y su beneficio, pues le sacó de su, para nada trivial, ensimismamiento.
            - Y la parte en que me miras el móvil y frunces el ceño cuando salga con mis amigas, ¿Crees que podrías evitarla? – Sonrío
            - ¿Amigas?, ¿eso existe?... creo que confundes la amistad con la competición.
            - Si lo dices por lo que viste antes, ya te he pedido perdón.
            - Ver a tus amigas, enviando wassaps y haciendo perdidas a mil por hora mientras yo buscaba un Sol perdido entre tus piernas...
            - ¿No era entre las sábanas?
            - ¿No es lo mismo?
            - Va...
            - Pues eso, que creo que se estaban peleando para ver quien conseguía primero tener la noticia de que habías estado conmigo.
   Ella adornó el dormitorio con unas carcajadas y luego dijo:
            - ¿Crees que preguntaban por ti?, ¿por qué crees que les habría hablado de alguien a quien apenas conozco?
            - Por la misma razón por la que te has acostado conmigo... porque estás loquita por mí.
            - Muy modesto el señor... ¿Cómo decías que te llamabas?
            - Si... muy graciosa.

    Luego ella dejó de pasear sus dedos sobre la espalda de él. Lo cogió de los hombros y lo tumbó hacia atrás. Lo besó, como si escondiese al Sol entre sus labios. Luego, cogió una bufanda que había atada al cabezal de la cama, donde había jugado a soltarse su muñeca la noche anterior. Se la colocó a modo de venda a él y después hizo que le desabrochara la camisa.
   Alguien atento habría escuchado, como, con cada botón, sonaba en el aire el suspiro del mismo. Cada botón tenía un nombre,  y el viento de la habitación lo susurró entre los dedos de él y los ojos desnudos de ella: primavera, acierto, contienda, soberbia, condena y verano.
   Y con el último botón, él dijo:
            - Te quiero... no estaré aquí siempre, eso no puedo prometértelo, pero te quiero.
            - Hablas demasiado, señor... ¿Cómo era?
   Rió de forma cómplice y luego preguntó:
            - ¿Dejarías una ventana abierta cada noche?
            - Sólo si me prometes usarla
            - Te lo prometo, pero, tendrás que dejarme tus alas
            - Creo que llegas tarde... las quemé ayer, contigo... con nosotros.
            - Bueno, no te preocupes, puedo robar unas, o robarle el “Pan” a Peter.
   Ella se acercó a sus labios, posó allí los suyos y luego quemó el infierno en tan sólo un beso. Después dijo en formato susurro:
            - Anoche no hablabas tanto
            - Eso es porque anoche veía donde morder...

   Le desabrochó el pantalón. Ella con sus ojos y su cuerpo desnudos. Él, con sus manos y sus ojos ciegos y apasionados, hicieron el amor. Lo hicieron al alba y con tres mentiras escondidas entre las sábanas de su dicha.
  Grávida la habitación de sin razón. En el abrazo de dos pieles se unieron el cielo y el infierno. Las penas y los gemidos de dos. El tiempo caviló, el Sol enrojeció y la mañana se hizo eterna. Escondida y tiritando en una esquina estaba la verdad. Lo había oído todo y tenía miedo, por eso se ocultaba. También tenía frío, pues el calor de la habitación, el sexo y los “te quiero” de él, eran la primera mentira. La verdad es que hacía frío, tanto frío como estaba el café de ella. Como estaba él sin venda.
  
   Impregnó, hacía menos de seis suspiros, un “siempre” la habitación. Era la segunda mentira. Él dijo que no estaría siempre con ella y mintió, pues se instaló en sus pupilas, sopló el viento de su nombre entre el rosa de las mejillas de ella... para siempre. Ella vivió, con la quietud de quien sabe que en sus últimos momentos, pensaría, sentiría o más bien lo estornudaría a él.
  
   La tercera y más grande de las mentiras, era del color de las sábanas de aquella cama. Esta última mentira provocó e hizo levantar a las otras dos entre vítores y osadías... y es que ella nunca abrió la ventana. Los pestillos de otro, que hablaba de amor y llenaba sus bolsillos, se lo impidieron. 
   Él... él robó más de unas alas e incluso un “Pan” para poder volar, pero se encontró con un cristal. Un puto cristal que le dejaba ver a través de él. Allí, donde dejó sus “siempre”, donde notaba que quebraron sus “te quiero”... allí donde veía, ahora, los dedos de ella... paseando por otros caminos

domingo, 15 de abril de 2012

CANTANDO

   En el día internacional del Mundo, o algo parecido, a uno de nuestros profesores se le ocurrió la “brillante” idea de mandarnos hacer un dibujo como deberes para casa. Teníamos que plasmar en él, la historia de la humanidad, es decir: un dibujo que representase el paso del hombre por la Tierra.
   Yo dibujé algo parecido a esto: 




  Tuve luego que explicarle porque la jaula era de color oro (dinero), porque tenía forma de campana (religión), porque el  pájaro estaba gordo (opulencia), o porque no tenía bebedero (condena)...
   Supongo que dio por hecho que el pájaro somos tú, yo o cualquiera que haya pasado por aquí. Que sus alas encogidas e inutilizadas para siempre, simbolizan la libertad, y que el canto, que seguro hará, sería cualquiera de las formas en la que nos expresamos en esta particular jaula en la que hemos convertido el Mundo.
  Sé que tendría que haber rodeado la jaula con algunas moscas acercándose al olor a podrido, en honor a los millones de seres animales de todas las especies, incluida la nuestra, que hemos maltratado, asesinado e incluso extinguido. Y debería de haber puesto una columna de humo saliendo del comedero, simbolizando la contaminación de nuestra tierra, al fin y al cabo, de donde mana nuestro alimento. Pero todo eso son cosas que aprendí después. La escuela primaria y mis fantasías me hacían de venda.

   Hoy nuestra venda tiene un nombre: indiferencia. Y un color: el de nuestros ojos.

domingo, 8 de abril de 2012

ME DEJASTE LOS SUSURROS

Tal vez hoy no tenga nada que decir.

***

Porque...
Me dejaste los susurros
y te llevaste las orejas

Me dejaste las caricias
y te llevaste la piel

Te llevaste el borde del cenicero,
y soplaste
llenando de ceniza mi mundo entero.

Cosiste la herida abierta
de la hucha de mi infancia
justo después de haber guardado
dentro
tus sonrisas de sirena y ambulancia.

Convenciste a mis interruptores
de estar siempre apagados
o te llevaste al Sol secuestrado,
o este mundo ya no brilla como antes.
Porque ya no hay polillas en mi mundo
que se acerquen a mis luces

Te llevaste apagones
cargados de orgasmos,
repletos de suicidios de horas de mi tiempo,
llenos de colores...

Te llevaste las tormentas
de abrazos y chimeneas,
de té y limón,
de tus piernas cruzadas en cada escalón.

Las palabras que dejaste en la punta de mi lengua
me empeño en convertirlas en mil poemas
El olor a frutas que dejaste en mi almohada
será el color de mi bandera
Las ausencias que dejaste en mi sombra
no las lleno,
no las llenas
ni con abrigos ni con filosofía tierna.

***

Tal vez hoy no tenga a nadie a quien no mentir.

sábado, 7 de abril de 2012

DESPUÉS

Rotos ya todos los aciertos,
después de haber convertido las desgracias
en obvias y evidentes...

Tras cerrarle las cortinas a la luz de la verdad,
ponerle mil cerrojos a nuestros ojos,
hacer oídos sordos a quien grita “¡libertad!”...

Después de confundir la palabras de pocos hechos
con bondad,
de convertir a nuestros hijos en embargado capital,
de matar...

De matarnos y de matar
intentando tapar
con el olor a mar, que tienen las excusas,
el nauseabundo olor que tiene la hipocresía..

Después de dejar de ser humanos,
porque perdimos toda humanidad.
Después de demostrar que somos capaces de hacer
lo bueno y lo malo,
y que nos empeñamos en vivir en lo peor...

Tras contaminar, violar, discriminar, podrir,
romper, deshacer, odiar, transgredir, inventar,
mentir, destruir, traficar, consumir...
y tras amar... sin amor

Porque creí-mos que amar-rar siempre se hacía con amor
y no nos dimos cuenta de que el amor no es cosa de dos.
Porque empezamos diciendo que todo era amor,
seguimos engañándonos los unos a los otros
con negocios que decían que Dios era amor
y terminamos por llamar amor al amar-rar de solamente dos

Y porque donde hay dos
hay distinción,
porque las palabras no entienden de amor
y siempre acabaron por se-pararnos

Porque ya sólo nos queda huir...
a ver si así nos encontramos.  

lunes, 2 de abril de 2012

SUPE DESDE EL PRINCIPIO

Por si acaso no te encuentro
ni te invento:

Ahorcaré infinitos al borde de eternidades,
sesgaré margaritas y quemaré incendios.

Cansaré caminos
atiborrados del polvo de los que no caímos
y de los que si lo hicimos.

Utilizaré desiertos
para secar gotas de rocío
que me recuerden a ti
y a lo que fuimos.

Vomitaré todas las sonrisas
que nunca te he visto.
Por que decir “ver”, me sabe a tan poco...

Inspiración mía,
que te balanceas en duermevela...
por si no te veo ni te encuentro,
por si te marchas sin “hasta luego”,
por si te compran
o te pierdes vendiendo,
por si te consumes en el cenicero
de cualquier poeta de verdades,
por si te duermes entre rimas
o te conviertes en olvido...

No te vayas sin saber que lo supe desde el principio:

Que sé de tus mal-gastadas artes,
de tus damas sin resquicios,
de tus gustos y pretensiones,
y de tu manía
de alquilar corazones.

No te vayas o te duermas,
inspiración mía
sin saber que supe desde el principio:

Que la trajisteis tú y el viento,
sin causa ni azar,
y la hicisteis cruzar
con más de una mirada mía

Que sé que la posasteis sobre mis brazos
cuando justo yo estaba con las manos
vacías y extendidas,
y en mi garganta vibraba
lo mismo que lloraba, lo mismo que pedía,
lo mismo que tenía, que sentía o reclamaba...
nada.

Que sé que me trajisteis su halo
para ver si yo sentía.
Y sensí,
os dejé sin aire ni pulso,
lo pude notar.
Pero hasta un ladrón
tiene derecho a descansar.

No te vayas o te consumas,
inspiración mía
sin saber que supe desde el principio:

Que supe
que ella era más de dar caricias
y de despedirse con un “te quiero”
y que yo era más de mirar cómo dormía
y dolerme cuando al irse...
mentía.

Que supe entonces y sé ahora
que ni tú, inspiración mía,
ni el viento que mece,

debisteís traerme a la poesía