lunes, 10 de febrero de 2014

SOMOS, ROTOS.


Rompimos a llorar sin saber si dar la vuelta.
Presentaremos nuestras rodillas a la tierra,
le daremos de beber cobardía y aprenderemos a andar con ellas.
Lloverán piedras,
nos insultarán con quienes antes bailábamos
perderemos lo que nunca tuvimos
perderemos con lo que siempre soñamos
y no, no lo recuperaremos
Hablaremos de suicidios.
Roto el corazón, los latidos buscarán hogar
en el único sitio que prometa credibilidad.
Tal vez incluso ni suframos con el sufrimiento,
tal vez lo hagamos nuestro, nos aderece el día a día.
Sin reproches, sin quejas.
Incapaces de recordar algo mejor
Peor aún:
Incapaces de imaginar algo mejor.

Tal vez muramos de la peor de las formas,
sin motivos, sin creer haber encontrado,
en otra persona,
alas

Quizás nos ahoguemos en la duda
de que será. El tiempo apriete el cerco
y nos inunden los años,
sin miramientos,
sin universo,
perdidos.

Hasta tal vez llegue el día en que nosotros
vendamos la empatía a la profesionalidad,
la calidad, los resultados y la estadística.
Las personas dejen de ser números
para convertirse en ausencias
y las pérdidas dejen de ser números
para convertirse en nosotros.

Tal vez siempre estuvimos ciegos
y aunque la lucidez llamara a la puerta
inspirando eternidad garabateada,
nunca supimos mirar
Peor aún:
nunca quisimos mirar.

Dentro, la oscuridad es un consuelo,
si no  lo crees, pregúntales a quienes prefieren no haber vivido.
Fuera, la ignorancia es el consuelo de quien no quiere ver dentro.

Y hasta aquí seguimos,  
derruidos. Rotos.
amasijos de escombros.
Un puñado de ahoras
que nunca supieron
darse cuerda.
Andando en dirección “encontrarse”,
Perdidos hasta que dejemos de andar.

Tal vez el amor fue, tan solo, la más perfecta de las ilusiones.
¿seremos titiriteros o títeres? ¿Estaremos condenados a ahorcarnos con nuestros propios hilos? ¿Somos los hilos que ahorcamos al mismísimo movimiento?
Tal vez sólo somos un quizás que a los dioses les da pereza dilucidar.
Eternamente inconclusos.
Peor aún:
Inconclusos y momentáneos. Como un, casi-estornudo.

Seguramente,
entre vivir o morir,
todos elegimos la “o”.
El divagar, la niebla,
la excusa, la vuelta atrás en una despedida, el bostezo, la indiferencia,
el paso atrás ante la violencia, el parpadeo, el garabato, el tarareo,
el no sé/ no contesto, el maquillaje, la conformidad, la mano escondida que esconde un “dónde”, un “puño”, un “nombre”. El que me lee, el que no, y el que nunca supo.

A lo mejor toda esta mierda que gira
acabe por vomitar
por vomitar-nos
A lo peor todo sirvió de nada.

Al margen de los “quizás”, y los “tal vez”
hay una certeza que impregna y acaricia cada verso
y que le da cierta calidez:

Lo que seamos…
…lo somos.
Juntos…
…nosotros.  

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