jueves, 27 de diciembre de 2012

PIANO

   Tocaba el piano con la elegancia y la pasión de un suspiro de amor. Hacía danzar agudos y graves en una corriente, ora turbulenta y acelerada, ora calmada y pacífica. Sus dedos jugueteaban en el piano, como crecen los árboles, sin darnos cuenta, suave y férreamente. En esos momentos en los que se sentaba frente a los dicotómicos colores de su piano de cola, ella era por y para sus notas, siempre... siempre excepto cuando él entraba en sus pensamientos, enredándolo todo, mezclando deseos, sueños, expectativas y demás ilusiones.
   Lo había conocido hace mucho o demasiado tiempo, en una discoteca. Ella saltaba al ritmo de la más aborrecida música de aquellos lugares, embriagada por el alcohol y animado por sus amigas. Hasta que uno de sus tacones cedió a la diversión y se rompió. Salió de la sala de baile a duras penas. Se descalzó y salió a la puerta, pretendía llamar a una de sus amigas para que la llevara a casa. Las cinco de la mañana, logró ver en la pantalla del móvil antes de que se apagara, y encima, unos chicos la miraban como quien mira la cena. Recelosa, se alejó andando de la entrada simulando estar hablando por teléfono. Fue allí, a pocos metros del lugar cuando se encontró con un muchacho, absorto, mirando un teléfono, llevaba una gran mochila colgada a la espalda y un gesto infantil tatuado en la cara.
   - Perdona, ¿me dejas hacer una llamada? – Le preguntó casi sin querer.
   - Claro – Le tendió el móvil.
   A ella le sorprendió tanta amabilidad, aún así lo cogió y llamó al número de su amiga. Mientras sonaba el teléfono al otro lado, dibujó en sus ojos a su recién conocido: Era alto, tenía el pelo castaño y desaliñado, gesto despreocupado, y como ya observara a simple vista, aspecto infantil. Vestía como se peinaba, descuidadamente. Lo que más llamaba la atención era la enorme mochila que llevaba encima. “Es como el típico mochilero guiri, pero...de aquí” pensó, y viendo que no contestaban al otro lado del teléfono, dijo:
   - Eres como el típico mochilero guiri, pero... de aquí.- Le devolvió el móvil y le dio las gracias.
   - Soy un mochilero, nada típico y de aquí, si con aquí te refieres a lo que pisan tus pies descalzos
   - Ya... fue un accidente. ¿Qué haces por aquí a estas horas, es que los mochileros no dormís?
   - Sólo si hay buenos sueños al otro lado, y yo... también he tenido un accidente, me quedé sin hostal esta noche, un error de cálculo...
   Así estuvieron hablando de todo, pero sin apenas decirse nada. Sin querer estaban paseando por una avenida cercana, sin querer llegó el alba, sin querer creyeron conocerse sin hacerlo, y queriendo... queriendo más que nada en aquella noche, se la pasaron abrazados en la cama de ella. Ella que se llamaba Nuria, y él que se llamaba promesa, o eso se le antojaron a los dedos de Nuria al pasearse por el piano; “Promesa”, así llamó a la canción que compuso en su nombre, a la canción que él nunca escuchó.
   Sabía que se iría, como quien sabe que se irá el verano y aprovecha cada segundo que le regala el Sol. Durante aquella noche él no hizo más que contarle historias de mil caminos, de piedras con posturas imposibles abandonadas en lo alto de alguna montaña, del arrullo de decenas de ríos, de sombras de miles de pinos, del rubor de las cascadas en la lejanía, de vientos que corrían deprisa, de brisas que acariciaban despacio, de aromas que embriagaban y cedían ante el verano. Le habló de aventuras, le dijo que la quería, le recitó una poesía valiente y descarada, directa a la piel. La convenció de que prefería su compañía a la del camino. Pero se fue... eso sí, prometiendo volver.
   Pasaron los años, pero no olvidó el tacto de sus latidos, sus dedos lo recordaban bien, para ella él era la música más desatada, para ella él era cuando su piano temblaba... cuando ella le contaba a las notas las historias de los caminos que dejaron sus labios en su piel 

2 comentarios:

  1. Notas, musica y labios en su piel...
    Un texto sonoro e imaginativo que invita a releerse.

    Saludos almendrados ;)

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  2. Gracias por comentar Tey, y más en un momento como este. :)

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