jueves, 27 de noviembre de 2014

PASÓ QUE LA MAGIA HA MUERTO, POR INMADURA

   Pasó que el otro día iba yo entrenando por un bosque que hay cerca de casa. Otoño, tierra mojada, hojas de tonos ocres, rojos y amarillos; hojas caídas, el cielo gris, los árboles infinitos. Con una atmósfera peculiar, mágica, me atrevería a decir.

   Pasó que vi allí, sentado en un banco a un adolescente con la mirada perdida. Solo.
   Me detuve y por un momento pensé en que algo debía de estar a punto de suceder. Imaginé, y todo invitaba a hacerlo, en la facilidad con que personas como J.K. Rowling o Carlos Ruiz Zafón habrían utilizado aquel escenario y a aquella persona para hacerla vivir una mágica aventura.
   Las circunstancias eran perfectas. Esperé a ser primer y único espectador de algo mágico, los libros me han enseñado que en momentos como ese, la historia da un revés: aquel joven encuentra algo inesperadamente, o va a su encuentro algún misterioso personaje que provoca, a partir de entonces, que su vida esté repleta de aventuras. Esperé.
   Pasó que aquel joven se levantó y se fue. Cabizbajo y solo.
   Seguramente se fue a casa. A leer.
   Pasó que no pasó nada.

   ¡Qué mundo este, tan insípido y triste!
   ¡Qué disparate de vida esta tan vacía y deprimida!

   Volví a casa con ganas de escribir la historia que le correspondía a aquel protagonista. Algún día lo haría. Prometí que lo haría, pero todavía no ha llegado el día, aún me estoy recuperando de ser consciente de tanta mentira.



No hay comentarios:

Publicar un comentario