
Acercarse a una chica que
baila con una amiga, que se dé la vuelta y decir:
- ¿Cómo lo has hecho?
- Cómo he hecho el qué – Pregunta desconcertada
- ¿Cómo has hecho para que te dejen entrar en la
discoteca con esas dos estrellas? - Decirlo mirándola a los ojos y escuchar:
- ¡Oh!, pobrecillo... – Que se dé la vuelta y siga
bailando con su amiga, eso... eso es ser un poeta en una discoteca.
Contornearte, que no
bailar, hasta un grupo de chicas que hay cerca de la barra, con una copa en una
mano y un hielo en la otra. Mirar a una de ellas, hacer un gesto para que mire
lo que estás a punto de hacer, tirar el hielo al suelo, pisarlo, romperlo y
decir:
- Bueno, ya hemos roto el hielo, ¿y ahora qué, bailamos?
Que sonría, que baile contigo y que cuando
vea tu habilidad para hacerlo, se ría aún más y acabe por largarse con las
amigas, eso... eso es ser un poeta en una discoteca.
Llegar todo preocupado a
una chica que baila en el centro de la pista y preguntarle que si está bien:
- Perdona... ¿estás bien?
- Si, por qué lo dices
- ¿Seguro?, están la mitad de las personas de la sala de
baile mirándote preocupados, ¿seguro no te hiciste daño?
- Claro que no – dice mirando alrededor.
- ¿No te hiciste daño al caer? – Insistes
- ¿Al caer?
- Claro, al caer del cielo... ángel. – Sonreír,
presenciar una bonita cara de sorpresa y no comerte un colín... eso, es ser un
poeta en una discoteca.
Basado en hechos reales y bueno, eso no ha sido
todo. Ha habido alguna que otra ocasión en la que he hecho de este tipo de
idiota. Sea como sea, si vuestro objetivo es conocer a una chica, ya tenéis unos
cuantos consejos sobre qué no hacer.
Gracias por las visitas,
cada una ha sido como un latido.
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