Escribo
a lo irreemplazable. A lo que un día yo mismo en confabulación con el tiempo, me
arrebaté.
Diría
que hay noches, como las de hoy, en las que el sueño trae aires de infancia y
juventud. Aires frescos. Pero mentiría si dijera que el vacío al que me veo
asomado al despertar fuera por eso. Es, y así lo he soñado, cosa vuestra. De
los míos. Con los que compartí esos aires frescos de una infancia que se me
antoja ahora lejana y agotada.
No hace
falta que hable de las aventuras de las que he vuelto a disfrutar esta noche. A
golpe de ojos cerrados. No hace falta, de los que fueron protagonistas, pocos, o
ninguno me leen y no importan porque sólo cosas como: El tesoro del caserón, la
vuelta las viejas, reinos olvidados…; tienen un sentido anclado al pasado de
sólo unos cuantos. Lo importante es el vacío al que, esperanzado, creo padecer
junto al resto de vosotros.
En
noches como esta veo mis estudios, mis amores, mis viajes y mis pasiones o
aficiones, como tan sólo una búsqueda más de lo irreemplazable. Una búsqueda por
volver a sentir las frenéticas sensaciones que se sentías cuando eras un niño y
estabas con los tuyos.
La
intensidad elevada al más iluso y mágico exponente de nuestras aventuras. Sin
las lecciones que nos da la vida, definitivamente, se vive mejor. Se sonríe
más, se es mejor. Qué bonito sería volver a olvidar todo cuanto aprendimos,
volver a aprehender todo cuanto olvidamos. Ver en el curso del río una aventura
intrigante y misteriosa, y no el inoportuno paso del que saldrás mojado y
cabreado.
Y aún
más valioso que todo lo dicho hasta ahora: Qué ha sido de los míos. No sólo
estamos separados por la distancia. No sólo eso nos ha hecho a veces mutuamente
indiferentes. Todos han sufrido este cambio que yo hoy padezco con más
presencia. Cada uno ha derivado en una esencia lejana y distante de la base de
la que, antes, juntos, todos nosotros partimos.
A veces los veo,
quedo con ellos. Vamos a un bar o y nos tomamos algo todos juntos.
Es entonces cuando creo que más los echo de menos.
Porque, si, son ellos, soy yo.
Pero ya no estamos.
No estaremos, pero seremos eternos en nuestros pensamientos, y en lo que con la más atroz oportunidad se llamaba reinos olvidados.... por Lorente.
ResponderEliminarSiempre existirá esa octava dimensión donde existen y viven todos esos sueños y recuerdos, siempre podrás pasear por ella y verás que aquellos pensamientos no sólo existen en tu mente, sino en la de todos aquellos que el destino unió de alguna u otra forma y verás que lo que ahora crees des-unido, jamás lo estará realmente ;)
ResponderEliminarMuchas veces somos más de los que estamos...
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